1932: un año clave para la república de Weimar: la antesala de la barbarie

Alejandro Andreassi Cieri
Universitat Autònoma de Barcelona 

 

 

Ante el ascenso de la extrema derecha en el Estado Español, así como en muchos países europeos, la evocación del período de entreguerras del siglo XX es una invitación recurrente a la búsqueda de claves que nos permitan interpretar los fenómenos políticos de nuestro tiempo. Como sucede habitualmente en la fenomenología histórica existen aspectos recurrentes y otros diferenciales. No existen leyes históricas sino tendencias y condiciones. Además del factor contingencia, que a veces tiene un impacto decisivo.

1932 fue para Alemania el peor año de la crisis iniciada en 1929. El desempleo llegó a su nivel más alto, afectando al 29,9 por ciento de la población activa, y sólo fue superado por los datos de la economía norteamericana (ver Tabla 1). A nivel político se sucedieron ese año tres cambios de gabinete. Heinrich Brüning, que había sido designado canciller, fue sustituido por Franz von Papen el 1 de junio y éste a su vez lo fue por Kurt von Schleicher el 3 de diciembre, lo que revela la inestabilidad política del gobierno en el marco de la depresión económica. Además, el 10 de abril se produjo la reelección de Hindenburg como presidente de la república lo que favoreció la adopción de medidas conservadoras en un contexto de crisis.

Tabla 1. Tasas de desempleo en Alemania, Gran Bretaña y USA (1927-1932)
Alemania Gran Bretaña USA
% de parados en relación con el número de afiliados a los sindicatos % de parados en relación con la población activa % de parados según el Seguro de paro % de parados en relación con asalariados no agrícolas
1927 8,8 6,2 9,7 5,9
1928 8,6 6,3 10,8 6,4
1929 13,3 8,5 10,4 4,7
1930 22,7 14,0 16,1 13,0
1931 34,3 21,9 21,3 23,3
1932 43,8 29,9 22,1 34,0
Fuente: Dietmar Petzina, Die deutsche Wirtschaft inder Zwischenkriegszeit, Wiesbaden, Franz Steiner Verlag GmbH, 1977, pp. 16-17; Horst Möller, La République de Weimar, Paris, Tallandier Éditions, 2005, p.348

 

La Gran Depresión de 1929 golpeó a Alemania en 1930. Detlev Peukert afirma que la importancia de su impacto no estuvo sólo en los efectos devastadores a nivel económico, sino que a estos deben agregarse las consecuencias políticas, ya que durante la misma eclosionaron todas las tensiones acumuladas en los años previos, tanto por la persistencia de cuestiones de orden exterior e interior no resueltas como por la acción de los sectores antirrepublicanos o simplemente poco leales a la República, que con su actividad incrementaron la retroalimentación positiva y condujeron al hundimiento final de la República de Weimar.[1] En ese sentido, 1932 fue el año de culminación de los efectos económicos, políticos y sociales que acabarían con la experiencia republicana. Alemania ya había comenzado a experimentar dificultades económicas antes del crack de la Bolsa de Nueva York, ya que en la primavera de 1929 se había producido una disminución de la recaudación impositiva, así como una restricción del crédito exterior, al que era muy sensible la economía alemana, especialmente a los préstamos norteamericanos, la forma preferente utilizada para financiar el gasto público y las inversiones debida a la rigidez presupuestaria establecida. La prohibición de aumentar el déficit presupuestario más allá de unos límites determinados, evitando una política fiscal expansiva y con el fin de impedir cualquier brote inflacionario derivado de las dificultades del mercado interno de capitales, fue una realidad. Las causas económicas de la depresión alemana residieron en una caída de la demanda agregada, la cual se vio agravada por la política procíclica de Heinrich Brüning (Zentrum) y continuada por von Papen.

Esa política procíclica tuvo a su vez un efecto perturbador en el funcionamiento de la democracia, ya que para evitar el rechazo parlamentario de las medidas antisociales, el gobierno Brüning, primero, y el de von Papen, luego, con la aquiescencia de Hindenburg, gobernaron por decreto mediante el recurso al artículo 48 de la constitución, un artículo reservado para circunstancias excepcionales.[2] Por lo tanto, se puede considerar que la democracia weimariana estuvo herida de muerte durante el tiempo de la aplicación sistemática de ese artículo hasta que la llegada de Hitler al poder le asestara el golpe definitivo.

Cola de parados ante una oficina de empleo en Hannover en 1932 o 1933, con una pintada al fondo pidiendo el voto para Hitler, detalle de una foto de Walter Ballhause (fuente: https: //onthisdateinphotography.com/2017/04/03/march-3/)

La disminución de recursos financieros se debió a la caída de la afluencia de capital exterior relacionada con la crisis de Wall Street, al déficit fiscal que a partir de 1927 sustituyó al superávit vigente desde 1924. A estos factores deben agregarse las reparaciones de guerra estipuladas en el tratado de Versalles que continuaban teniendo una influencia perjudicial en la economía alemana.[3] El 27 de marzo de 1930 dimitió el canciller Hermann Müller (SPD) al no poder llegar a un acuerdo con el DVP[4], uno de los socios de la llamada Gran Coalición, sobre el mantenimiento del nivel de prestaciones sociales a pesar de la crisis, que ya afectaba plenamente a la economía alemana. El día 30 Hindenburg encargó a Heinrich Brüning, procedente del ala derecha del Zentrum, la formación de un gobierno del que serían excluidos los socialdemócratas.[5] Éste iniciará la última etapa republicana, caracterizada por una política claramente procíclica, deflacionaria y por la apelación sistemática del artículo 48 de la constitución que permitía al ejecutivo soslayar la aprobación parlamentaria de los decretos. Ante el rechazo por el Reichstag de la autorización presidencial a la utilización del artículo 48 por el canciller, Brünning lo disolvió convocando elecciones, cuyo resultado arrojó pérdidas para los partidos de la Gran Coalición, mientras significó la primera gran irrupción de los nazis en el parlamento, que pasó del 2,6% en las elecciones de 1928 al 18,3% de los votos. En definitiva, de esa convocatoria resultó un parlamento más fragmentado que antes. El recurso abusivo de dicho artículo significó la parálisis de la democracia parlamentaria. Su política deflacionista buscaba no sólo la reducción del gasto público sino también las prestaciones de desempleo. Tenía todo el apoyo del empresariado alemán, que ya había advertido en marzo de 1930 a través de su portavoz Ernst von Borsig de que la Federación de Asociaciones de Empresarios Alemanes [Vereinigung der Deutschen Arbeitgeberverbände] se retiraría de la Agencia Nacional para el Empleo y Seguro de Desempleo [Reichsanstalt für Arbeitsvermittlung und Arbeitslosenversicherung] si el gobierno intentaba aumentar la aportación patronal al mismo.[6] Hans Mommsen considera que el principal objetivo de su política económica era dirigida prioritariamente a las reparaciones de guerra más que al control de la inflación, ya que Brüning opinaba que las decisiones anticíclicas adoptadas para superar los efectos de la estabilización de la economía en 1926 habían perjudicado la política alemana de reparaciones.[7] Tal política que se complementó con la reducción del salario mínimo a los niveles de 1927 y tenía entre otros objetivos la evidente intención de debilitar al movimiento obrero organizado y especialmente a los sindicatos, que constituían los pilares en los que asentaba el Welfare State weimariano.[8] A pesar de que las manifestaciones más severas de la depresión se experimentaron  con el inicio del gobierno Brüning, cuya política deflacionista no hizo más que empeorarla, para un sector importante de la sociedad alemana de la época, las “nuevas” y “antiguas “clases medias”, muy perjudicado por la depresión, como antes lo había estado por la hiperinflación de 1923, especialmente los pequeños ahorristas, pensionistas y autónomos, acusó a los socialdemócratas de responsables de la crisis. La agitación antimarxista impulsada por los partidos de las derechas encontró un auditorio amplio en estos sectores sociales.[9]

La formación del Movimiento de los Campesinos es un ejemplo de esta radicalización con el que las clases medias intentaron afrontar la delicada situación que padecían y la ansiedad que les provocaba la crisis, que en el caso del ámbito rural  se manifestaba por la caída de los precios agrícolas y el encarecimiento de las materias primas que debían importarse, mientras quedaban excluidos de las ayudas gubernamentales que favorecían preferentemente a los grandes terratenientes del este del Elba. Este movimiento que recurrió a la movilización masiva de protesta e incluso a acciones violentas adquirió una orientación claramente völkisch[10] y los arrojó en brazos del NSADP. La presión a la que  la coyuntura sometía a esta pequeña y mediana burguesía con la amenaza de la pérdida de su estatus tradicional, por una parte le impedía vincular sus padecimientos con los que experimentaba también la clase obrera urbana y por lo tanto coordinar su movilización con el movimiento obrero, pero por otra también deterioraba los lazos con los que habían sido sus referentes políticos tradicionales, como la Liga Campesina Nacional a la que comenzaban a identificar con los grandes terratenientes del este del Elba y al DNVP, al que bajo la dirección de Alfred Hugenberg consideraban demasiado identificado con los intereses de la gran industria. A ese deterioro contribuía la propia dinámica del gobierno Brünning marginando sistemáticamente al parlamento y acentuando esa desconexión entre esas organizaciones y su base social, las que gravitaban hacia el campo de fuerza que creaba el NSDAP y toda la derecha radical que denunciaba al por ellos denominado “sistema”, la imagen residual de una república parlamentaria en proceso de disolución.

Propaganda a las puertas de un colegio electoral en Berlín el 31 de julio de 1932 (Foto: Wikipedia Commons/Bundesarchiv)

Este temor a la pérdida del estatus, la línea de última defensa frente al temido descenso social, también se expresaba en el radicalismo de derechas adoptado por gran parte de la juventud universitaria organizada en la Asociación Nacionalsocialista de Estudiantes Alemanes [Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund], los herederos de una Bildburgertum que creía que se abría un abismo a sus pies.[11] Esa convergencia de los sectores medios tanto rurales como urbanos en su desplazamiento desde el centro o el centro derecha del espectro político a las posiciones de la derecha radical son las dinámicas socio-políticas que explican el carácter predominante del NSDAP como un partido de clases medias (pequeño artesanado y campesinado, comerciantes, profesionales y funcionarios, etc.), aunque también hubiera penetrado pero en mucha menor medida en algún sector obrero.[12] Ello significaba el progresivo rechazo del sistema de partidos, especialmente por la pequeña y mediana burguesía. Una actitud que facilitaba la identificación progresiva con el NSDAP que se presentaba como el movimiento-partido antisistema por excelencia. Incluso se registraban Indicios de imitación de este curso en la derecha tradicional, especialmente en el DNVP.

La dinámica electoral de la República de Weimar confirma ese desplazamiento, verdadero movimiento tectónico de la sociedad alemana, especialmente a partir de las elecciones del 14 de septiembre de 1930 con el salto electoral nazi que pasó de un porcentaje de voto del 2.6 por ciento en las elecciones de 1928 al 18.3 por ciento.[13] Es que en los dos años siguientes se produce el crecimiento imparable del NSDAP, quien se transforma en el centro del campo de fuerza que va creciendo a expensas de la mengua no sólo del centro político sino también del espectro nacional-alemán que se ve arrastrado por el centro magnético nazi.  El NSDAP se va convirtiendo en ese “catch-all party”, en ese microcosmos que pretendía representar a la totalidad de la sociedad alemana, como muy bien afirma Ferran Gallego.[14] Sin embargo cabe agregar que el partido nazi nunca dejó de ser durante la etapa de la República de Weimar  una organización donde predominaban los miembros procedentes de las clases medias, que estaban sobrerrepresentadas respecto a su distribución en la población total, mientras que los miembros de la clase obrera estaban infrarrepresentados, lo cual indica que el nazismo, a pesar de su aspiración a representar a la totalidad de la sociedad alemana tenía una base principal en la pequeña y mediana burguesía.[15]

Mientras tanto el SPD no ejercía presión sobre Brüning exigiéndole un cambio de política en sentido anticíclico para favorecer la creación de empleo por temor a desestabilizarlo. Los socialdemócratas consideraban que una repetición electoral no haría más que aumentar el gran avance electoral de los nazis y acercaría el omento en que Hitler se transformara en el nuevo canciller.[16] El final de Brüning se produjo el 30 de mayo de 1932 cuando Hindenburg exigió su dimisión como canciller, respondiendo favorablemente a las presiones de los grandes terratenientes prusianos que rechazaban de plano un decreto del gobierno que preveía la fragmentación de fincas en quiebra para crear explotaciones agrícolas para favorecer a pequeños propietarios. Pero paradójicamente su política deflacionista que había contribuido decisivamente a agravar los efectos de la depresión en Alemania logró su objetivo, alcanzar el final de los pagos de la deuda de guerra que se verificaría en la conferencia de Lausana que se celebraría unas semanas más tarde.[17] El otro objetivo perseguido por su administración eran el desmantelamiento del sistema de protección social weimariano, con el fin de reducir los costes de producción representados por la aportación empresarial al seguro de desempleo y con esa devaluación interna de los costes salariales aumentar la competitividad internacional de la industria alemana.  Por supuesto esto no significó que se atenuara la tensión política, sino que la conflictividad se intensificó especialmente a partir de la acción violenta de las SA del partido nazi que se concentraba en los barrios obreros y en las actividades y centros del SPD y del KPD.

Hindemburg y Von Papen hacia 1932 (foto: vorwaerts.de)

Su sucesor fue Franz von Papen, miembro de la nobleza católica y representante de sus sectores más reaccionarios y conservadores, quien no sólo continuó, sino que profundizó la política de ajuste de Brüning intensificando el ataque a los aspectos más sociales de la república que culminarían con su decisión de desmantelar  el Ministerio de Bienestar Social prusiano el 1 de diciembre de 1932 y el traslado de sus competencias al Ministerio del Interior, luego de destituir por decreto en julio de 1932 al gobierno de coalición socialista-católico en Prusia.[18]   Además, von Papen era partidario de modificar la constitución de la república consolidando un régimen presidencialista de carácter autoritario y decididamente antisocialista, una postura que sostenían también los representantes del gran capital industrial y agrario. En el seno de su gobierno las propuestas que se debatían iban desde una nueva ley de sufragio restringido hasta la sustitución de la constitución vigente por otra que instaurara un sistema autoritario en el que el gobierno no dependiera del Reichstag.[19]

Mientras el NSDAP alcanzaba en las elecciones del 31 de julio de 1932 el 37,3% de los votos, el DNVP pasa del 14,2% de votos en 1928 al 5,9% en las elecciones de julio de 1932, el DVP pasa del 8,7% al 1,2% en 1932 y el DDP del 4,9%  1%.[20] En 1932, pese a un pequeño retroceso en las elecciones de noviembre, el NSDAP, convertido en la primera minoría, se transformará en el pivote que hegemoniza todo el centro derecha social y político reuniendo en su seno no sólo a las clases medias que se han inclinado decididamente por Hitler, sino también consiguiendo definitivamente la adhesión de las elites empresarias y políticas que convencidas de la necesidad de una salida autoritaria a la crisis de la República de Weimar contribuirán a su final, otorgando su apoyo a la conformación de un nuevo gabinete con Hitler como canciller.  A pesar de las características muy conservadoras del gobierno de Franz von Papen, el espectacular ascenso del partido nazi en las elecciones de julio estuvieron entre los motivos para encarar la puesta en marcha de un programa dirigido a la creación de puestos de trabajo, ya que eran conscientes de que el desempleo era un  factor importantísimo de desestabilización política y crecimiento de las fuerzas antisistema, a pesar del escaso respeto que Papen y los suyos tenían por la república democrática. Mas abajo me referiré a los efectos paradójicos de estos programas de estímulo de la creación de empleo.

Pero previamente a esas elecciones von Papen el 20 de julio de 1932 daría un golpe importantísimo a la ya debilitada república al destituir el gobierno socialdemócrata de Prusia y nominarse como comisario del Reich para Prusia, un verdadero golpe de Estado. Hay que tener en cuenta que Prusia era el Länder más importante de Alemania, en términos demográficos y económicos, además de constituir un bastión del SPD. Lamentablemente en este caso volvió a comprobarse lo que sería una constante en la historia republicana: la incapacidad de los dos partidos más importantes de la izquierda -SPD y KPD- en ponerse de acuerdo para resistir y derrotar el golpe de Estado. Hubo intentos por parte del KPD para convencer al SPD sobre la necesidad de convocar una huelga general en defensa del gobierno prusiano depuesto, pero el SPD rechazó la posibilidad amparándose en el argumento de que era probable revertir legalmente la situación sin recurrir a la movilización obrera y manifestando que además con las cifras de desempleo seguramente la convocatoria sería un fracaso. Agregaba además para rechazar un llamado a la resistencia, el manifiesto temor de su dirigencia de desatar un enfrentamiento sangriento con las fuerzas de derechas, especialmente los nazis, con la consecuencia de la derrota de todo el movimiento obrero en caso de haberse decidido por la resistencia que les proponía el KPD.[21] Fue una oportunidad perdida para las fuerzas de izquierdas de recuperar el espíritu del Frente Único[22], que había sido dejado de lado con la vigencia de política de clase contra clase de la cual había derivado la funesta categoría del “social-fascismo” que tantos desencuentros y enfrentamientos entre socialdemócratas y comunistas había acarreado. El resultado de no resistir el golpe de estado contra Prusia fue el de dar un paso más en la decisión de las clases dominantes en intentar sustituir con un régimen autoritario a la democracia weimariana, al comprobar la desunión del movimiento obrero. Como algunos autores opinan se había abierto el camino al 30 de enero de 1933.[23]

Golpe de estado de Von Papen en Prusia: un decreto de emergencia declarado por Paul von Hindenburg en una columna publicitaria en Berlín. Funcionarios del gobierno prusiano, incluidos Carl Severing, Albert Grzesinski, Bernhard Weiss y Magnus Heimannsberg, fueron arrestados durante el golpe por las autoridades militares (foto: Bundesarchiv, Bild 102-13680 / Georg Pahl / CC-BY-SA 3.0)

Las siguientes elecciones convocadas después de la segunda disolución del Reichstag de ese año, en noviembre, dieron como resultado un retroceso del partido nazi que pasó del 34,7% de los votos en junio a 33,1% y de 230 a 196 diputados. También retrocedieron, aunque ligeramente el SPD y el Zentrum. En cambio, avanzaron electoralmente el KPD con 16,9% de los votos frente al 14,3%, y el DNVP con 8,3% de los votos frente al 5,9%, respecto a los obtenidos en julio. Existía incluso en los medios nazis la percepción de cierto cansancio electoral entre los votantes, era una de las causas del fracaso en esas elecciones teniendo en cuenta que los alemanes habían sido convocados en ese año a dos elecciones al Reichstag, a una elección presidencial en la que Hindenburg había renovado el mandato y elecciones a parlamentos regionales.[24] Pero también se consideraba que la negativa de Hitler a aceptar el ofrecimiento de von Papen de participar en su gobierno como vicecanciller en agosto era el motivo principal. Los resultados sugieren, en el caso del DNVP que una parte de la burguesía votante de los nazis había vuelto a su antiguo partido, y en el caso del KPD una radicalización de al menos una parte significativa de la clase obrera, ya que el voto al partido comunista no había hecho más que aumentar desde 1928.[25]

Tabla 2. Participación electoral y votos obtenidos por los partidos participantes en porcentaje de los votos emitidos, 1919-1933

Participación electoral KPD SPD DDP Zentrum BVP DVP DNVP NSDAP
1919/01 83 37,9 18,6 15,9 3,8 4,4 10,3
1920/06 79,2 2,1 21,7 8,3 13,6 4,2 13,9 15,1
1924/05 77,4 12,6 20,5 5,7 13,4 3,2 9,2 19,5 6,5
1924/12 78,8 9 26 6,3 13,6 3,8 10,1 20,5 3
1928/05 75,6 10,6 29,8 4,9 12,1 3,1 8,7 14,2 2,6
1930/09 82 13,1 24,5 3,8 11,8 3 4,7 7 18,3
1932/07 84,1 14,5 21,6 1 12,5 3,7 1,2 6,2 37,4
1932/11 80,6 16,9 20,4 1 11,9 3,4 1,9 8,9 33,1
1933/03 88,8 12,3 18,3 0,9 11,2 2,7 1,1 8 43
KPD: Partido Comunista de Alemania; SPD: Partido Socialdemócrata de Alemania; DDP: Partido Democrático Alemán Desde 1928: Partido del Estado Alemán; Zentrum: Centro Católico; BVP: Partido Popular Bávaro; DVP: Partido del Pueblo Alemán; DNVP: Partido Nacional del Pueblo Alemán; NSDAP: Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (Partido Nazi)
Fuente: Falter, J./Lindenberger, T./Schumann, S., 1986: Wahlen und Abstimmungen in der Weimarer Republik. Materialien zum Wahlverhalten 1919 – 1933. München: Beck, S. 44.

 

El avance electoral del KPD en las elecciones de noviembre, que repetía el verificado en las elecciones de julio, aceleró la exigencia por parte del empresariado industrial, los grandes propietarios agrícolas, y el ejército de una solución autoritaria a la crisis republicana que pusiera fin al que denominaban “sistema de partidos” y liquidara el movimiento obrero, tanto al SPD como al KPD y los sindicatos. Este era el objetivo compartido de esos diversos grupos de las elites dominantes pero que estaban todavía lejos de constituirse como un bloque hegemónico que pudiera imponer por sí una solución compartida que fuera aceptada por las mayorías sociales, ya que diferían en sus objetivos económicos, así como sus preferencias políticas. Algunos sectores estaban de acuerdo con la inclusión de los nazis en el gobierno de Alemania, otros en cambio buscaban la misma solución autoritaria, pero sin recurrir a ello. El gran capital industrial continuaba financiando y dando su apoyo a los partidos conservadores tradicionales como el DNVP, pero también comenzaba a considerar al NSDAP como un posible partícipe en un gobierno de coalición.[26] Sin embargo desde las diferentes elites -industriales, ejército, agrarios e incluso el círculo ultraconservador que rodeaba a Hindenburg- de manera creciente se instaba a que los nazis fueran incluidos en un nuevo gobierno.[27]  El 19 de noviembre, el mismo día en que Hitler se entrevistaba con Hindenburg, se produjo un nuevo intento de obtener la Cancillería por parte de un grupo de medianos y grandes empresarios industriales, entre los cuales se contaba Fritz Tyssen, así como representantes de los grandes propietarios agrícolas presentaron una petición a Hindenburg donde solicitaban que confiara a Hitler la cancillería con el encargo de la constitución de un nuevo gobierno con el fin de “… entregar al líder del mayor grupo nacional la responsabilidad de un gabinete presidencial compuesto por personas de la más alta cualificación técnica y personal”.[28] Así mismo, en el mismo mes el prelado Ludwig Kaas, presidente del Zentrum (el partido católico) dirigiéndose a Hindenburg expresaba lo siguiente: “Hay 12 millones de alemanes en la oposición de derechas (partido nazi) y 13 millones y medio en la izquierda (KPD 6 millones, SPD 7,3 millones) con los comunistas creciendo diariamente. La izquierda podría unirse en cualquier momento, lo que significaría un muy prolongado invierno. El NSDAP debe ser incluido ahora en el gobierno”.[29] A su vez el objetivo de Hitler era el de obtener o poderes plenipotenciarios del presidente de la república o una nueva convocatoria de elecciones que le permitiera aprobar una ley de Plenos Poderes (Ermachtigungsgesetz), objetivo que conseguiría finalmente el 23 de marzo 1933, y que sería el primer paso para la instauración de la dictadura nazi.

La caída de von Papen, a pesar de que era el candidato favorito de Hindenburg, se produjo a comienzos de diciembre. El 2 de diciembre comprobó que no tenía respaldo para su proyecto de “Nuevo Estado” y que debía sustituir a la República de Weimar por un régimen autoritario sin partidos políticos, sindicatos y sin un parlamento surgido del voto popular. Para ello contaba con el respaldo del ejército, pero éste se negó a apoyarlo porque suponía que la instauración de tal régimen provocaría una guerra civil, habida cuenta de la fuerza de las masas y la militarización de los partidos de derechas e izquierdas, lo cual debilitaría la función de la Reichswehr que era la de la defensa de las fronteras de Alemania y la continuidad de la progresiva reconstitución de su potencia militar. [30]

A comienzos de diciembre, en medio de un clima de pesimismo sobre el futuro del NSDAP, después del descenso electoral de noviembre, aquél se intensificó con la caída de un 40 por ciento del voto nazi en Turingia, uno de los Länder donde el nazismo había obtenido uno de los mejores resultados en las elecciones de julio, y aumentaba la sensación entre sus miembros de que el partido podía comenzar un proceso de desintegración.

El canciller Von Papen con el que sería su sucesor, el ministro de defensa Kurt von Schleicher (foto: archivo de la BBC)

El 2 de diciembre Kurt von Schleicher sucedió a Franz von Papen como canciller. El proyecto de Schleicher, como el de Papen, sostenía el objetivo de sustituir la república democrática por un régimen autoritario, cuyo eje fuera el ejército, con la finalidad de recuperar la potencia militar alemana. Pero a diferencia de Papen, buscaba el soporte de los sindicatos, incluidos los socialdemócratas,[31] aumentar el gasto público con el fin de combatir el desempleo y buscar el apoyo, no de Hitler como había hecho Papen ofreciéndole la vicecancillería en agosto, sino de Gregor Strasser, que ocupaba el segundo puesto en el liderazgo del NSDAP. Strasser es con frecuencia presentado como el dirigente del ala “izquierdista” del nazismo que en realidad nunca existió como tal fracción ni orgánica ni ideológicamente[32], sostenía una confusa ideología que resumía muchos de los prejuicios y resentimientos de las clases medias, primero castigadas por la gran inflación de postguerra, y especialmente de 1923, y las penurias de la Gran Depresión. Un pensamiento “socialista” que sostenía que la desigualdad social no era producto del desarrollo histórico del capitalismo y de la lucha de clases, sino producto de la biología, haciéndose eco de la ideología biopolítica que penetraba con fuerza en la sociedad alemana con la decisiva participación de numerosos ámbitos académicos y que actuaba como soporte del antisemitismo.[33] Un pensamiento “socialista” cuya máxima aspiración social era la definitiva integración de la clase obrera en la “comunidad nacional” en forma subalterna a cambio de alguna recompensa distributiva, una forma de “nacionalización” de la clase trabajadora en el marco de la realización de un proyecto corporativo.[34] La apuesta de Schleicher no era descabellada, pero necesitaba que Strasser aceptara formar gobierno con él en contra de la opinión de Hitler, quien sólo estaba dispuesto a entrar en un gobierno en el que fuera el canciller. Incluso especulaba con la posibilidad de que Strasser aceptara y creara una escisión en el partido nazi, ya que, al ser la segunda figura en la jerarquía del partido, se esperaba que le siguieran una buena parte de los diputados, dirigentes e incluso bases del partido. Estas expectativas de Schleicher se veían abonadas no sólo por los últimos resultados electorales de los nazis que amenazaban con su paulatino declive, sino con la negativa rotunda de Hitler a formar parte de un gobierno que no pudiera encabezar. Este hecho conducía a un impasse que provocaba aún más desaliento en sus filas a pesar de que todavía continuaba manteniendo un enorme caudal electoral, después de haber perdido alrededor de 2 millones de votos en noviembre.  Sin embargo, Gregor Strasser acabó cediendo ante la presión de Hitler y dimitió de todos sus cargos en el partido nazi el 8 de diciembre de 1932. A su vez el SPD rechazaba la propuesta de apoyo de los sindicatos al gobierno Schleicher. A la pérdida de estos apoyos siguió la de la Reichslandbund, que agrupaba a los agricultores y estaba dominada por los grandes terratenientes del este de Alemania. Ante la intención de Schleicher de no imponer gravámenes a los productos agrícolas, el viejo conflicto entre intereses agrarios e industriales, que se arrastraba desde el Kaiserreich, volvía a aparecer en esta fase final de la república. La Reichslandbund recibía el apoyo tanto del NSDAP como del DNVP. Si hubiese accedido a imponer esos gravámenes el resultado habría sido enfrentarse con la oposición de los empresarios industriales y de los sindicatos.[35] Pero a su vez, el empresariado tampoco decidía apoyarle ya que no estaban de acuerdo con el intento de Schleicher de un pacto con los sindicatos, ya que el gran capital rechazó cualquier posibilidad de una política expansiva y exigió mantener la política de ajuste de von Papen.[36] Por lo tanto, el canciller quedaba progresivamente aislado, mientras von Papen iniciaba conversaciones con Hitler, al principio discretas, pero que, gracias a su influencia sobre Hindenburg, erosionaban la oposición de éste a designar a Hitler como canciller. Kurt von Schleicher, incapaz de recabar apoyos parlamentarios y con Hindenburg rechazando la posibilidad de disolver el Reichstag, dimitió el 28 de enero a la cancillería.

Las crecientes dificultades de Schleicher para conseguir la disolución del Reichstag y posponer la convocatoria de nuevas elecciones, lo que implicaba una ruptura del orden constitucional, más el repunte electoral de los nazis en el pequeño estado de Lippe-Detmold el 15 de enero de 1933, que tenían el valor simbólico de presentar al NSDAP como recuperándose de su caída en noviembre, estimularon a Hitler a endurecer su exigencia de la cancillería en las conversaciones con Papen, pero agregando que sería una jefatura de gobierno presidencial, como había sido la del mismo Papen y como era la de Schleicher y no un gobierno que se basara en la mayoría parlamentaria. Para convencer a Hindenburg, su hijo Oskar y Franz von Papen le plantearon que la única posibilidad era constituir un gobierno de concentración nacional con Hiltler a la cabeza, con los nazis en minoría y una mayoría de personalidades conservadoras que “controlarían” al canciller en su radicalismo. Ese gobierno gozaría del apoyo de la mayoría del Reichstag -sólo sería rechazado por el SPD y el KPD- y de la población en general, y permitiría la aprobación de una ley de plenos poderes para modificar la constitución, y una vez alcanzado este objetivo, poder prescindir de los servicios de Hitler. Una seguridad en poder controlar a los nazis, que poco después se mostraría totalmente infundada y que se expresaba en la siguiente declaración de von Papen: “Lo hemos alquilado [refiriéndose a Hitler]”, así como en esta de Alfred Hugenberg, dirigente del DNVP: “Estamos cerrándole el paso a Hitler”.[37] El 30 de enero de 1933 Hitler era nominado canciller y von Papen vicecanciller. Se iniciaba el fin de la agonizante República de Weimar y se había abierto el paso a la barbarie fascista.

Primer gobierno de Hitler, el 30 de enero de 1933 en la Cancillería del Reich. Primera fila, sentados desde la izquierda: Hermann Göring, Adolf Hitler, Franz von Papen; segunda fila, en pie: Franz Seldte, Günther Gereke, Lutz Graf Schwerin von Krosigk, Wilhelm Frick, Werner von Blomberg, Alfred Hugenberg (foto: Bundesarchiv/Wikimedia Commons)

Es cierto que, como afirman historiadores como Ian Kershaw y Henry Ashby Turner,[38] el acceso de Hitler al poder no tuvo nada de inevitable. Fue el factor contingencia el que intervino en este caso como decíamos al principio de este texto. Pero fue una contingencia condicionada por las fuerzas políticas y sociales que favorecieron directa o indirectamente la salida dictatorial a la crisis republicana. Esas fuerzas eran las de las clases dominantes y sus representantes políticos que a lo largo del período republicano habían considerado al movimiento obrero en la figura de sus partidos -SPD y KPD- y los sindicatos los principales obstáculos a la reconquista de la hegemonía perdida después de noviembre de 1918. La República de Weimar era el fruto de una revolución política que había acabado con la monarquía y había intentado estabilizar una democracia parlamentaria en la que el movimiento obrero había tenido un papel esencial, pero que no pudo conquistar una nueva hegemonía que sustituyera el antiguo dominio de las clases que habían prosperado bajo el Kaiserreich. La postura adoptada por las elites alemanas, tanto agrarias como industriales y  sus acólitos, ofrecía la imagen de que la República de Weimar era una república sin republicanos, o como mucho de Vernunftrepublikaner, republicanos racionales que la aceptaban como reconocimiento del hecho consumado  no por convicción y adhesión a sus principios y valores, como era el caso del historiador conservador Friedrich Meineke, que pasó de su adhesión monárquica a la aceptación pragmática de la república simplemente por necesidad de adaptarse a la nueva situación política. La Gran Depresión, especialmente a partir de 1930, acentuó las intenciones y orientó la actuación de esas elites y sus representantes políticos en el sentido de modificar el régimen constitucional para favorecer la instauración de un régimen autoritario que restableciera en toda su plenitud el poder de esas clases dominantes, ya que atribuían la pérdida de parte de este al régimen republicano y al Estado de Bienestar sobre el que se asentaba. Ya había habido una contraofensiva del capital con el programa de ajuste que acompañó la supresión de la hiperinflación de 1923, donde la clase trabajadora perdió algunas de las conquistas obtenidas después de noviembre 1918, entre ellas la jornada laboral de 8 horas.[39]

Esta actitud antirrepublicana y antidemocrática de las clases dominantes que se manifestaba no sólo en el ámbito de sus organizaciones corporativas (RDI, Langnam-Verein, Reichs-Landbund, etc.) sino en todas las estructuras de la sociedad civil que controlaban o en las que influían, incluido el ámbito académico y universitario, se mantuvo aun cuando los indicadores de la crisis comenzaban a remitir. Estudios recientes demuestran que el desempleo dejó de aumentar en mayo de 1932, mientras la Bolsa de Berlín registraba la recuperación del valor de las acciones. Una comparación entre la actividad económica del segundo semestre de 1931 y 1932, mostraba en este último un crecimiento de la actividad en sectores tan estratégicos para la economía alemana como la industria química, la metalúrgica, la eléctrica y en sectores importantes para el consumo de masas como la industria del calzado y el textil. Cabe destacar la recuperación de la producción de máquinas herramienta en el último trimestre de 1932 porque significaba la reproducción y ampliación del capital fijo y por lo tanto las expectativas empresariales de recuperación y/o aumento de beneficios tanto en este sector como en el del consumo de bienes durables o perecederos. Todos ellos eran signos de que la recuperación cíclica había comenzado a producirse antes de la llegada de los nazis al poder.[40] Esos signos de recuperación son atribuidos por diversos autores tanto a la reactivación económica espontánea que se había producido desde el otoño de 1932, a los efectos del «Programa Papen» de junio y septiembre de 1932, que ascendía a unos 300 millones de Reichsmarks, parte de los cuales habían sido destinados a este fin por Brüning, y al «Programa de Emergencia» de Schleicher de enero de 1933, que ascendía a 500 millones de Reichsmarks, así como a la supresión de las reparaciones de guerra como consecuencia de los acuerdos adoptados en la Conferencia de Lausana.[41]

Demandantes de empleo en el puerto de Hamburgo, 1931 (foto: Bun­des­ar­chiv, Bild 102–11008 / CC-BY-SA 3.0)

Por lo tanto, no eran sólo los obstáculos que la depresión oponía a la acumulación del capital sino motivos políticos e ideológicos los que mantenían el ataque y el desgaste de la República de Weimar. En esta coyuntura se percibían signos de recuperación económica, pero ninguno de los grupos de presión aceptó una salida de la crisis basada en los mecanismos que preveía la constitución republicana, sino que se insistió en una salida autoritaria, como podía ser la que proponían Papen o Schleicher -en este último hubiera desembocado probablemente en una dictadura militar. El problema es que estas dos posibilidades tenían el defecto de no disponer ni de una mayoría clara de apoyo parlamentario, o de un apoyo de masas, ni siquiera existía un acuerdo entre los diversos sectores de las clases dominantes sobre uno u otro candidato. En cambio, Hitler les ofrecía un movimiento de masas y una mayoría parlamentaria, que hubiese permitido acometer el objetivo mayor de las clases dominantes, acabar con el sistema de partidos y principalmente liquidar al movimiento obrero organizado tanto en sus expresiones partidarias como sindicales, así como todo vestigio en el tejido social del tan odiado marxismo. En ese sentido, más allá de la mayor o menor implicación de la gran patronal en la financiación del partido nazi, las clases dominantes compartían con Hitler, la idea de que lo fundamental, con el acceso a la totalidad del poder político era “… la total y violenta destrucción del movimiento obrero organizado que constituía el momento decisivo en la conquista del poder por el partido”.[42]

Como plantea Anthony McElligott, el fracaso de la República en cumplir con el programa de bienestar social y redistribución de la riqueza inscrito en su pilar constituyente provocó su descrédito en amplias capas de la población, especialmente en las clases medias, que continuaron exigiendo un programa de ese tipo para cuya realización estaban crecientemente dispuestas a aceptar que determinados sectores de la sociedad alemana quedaran excluidos de ese estado de bienestar futuro.[43] El coste político de tal operación exigía “naturalmente” aceptar un gobierno autoritario, una jefatura que no tuviera que rendir cuentas al parlamento, a lo sumo que lo hiciera mediante un plebiscito dirigido  a la comunidad nacional nuevamente cohesionada. Ese era el programa de la revolución conservadora, la propuesta que Carl Schmitt había hecho a los empresarios en una conferencia pronunciada en la sede de la Langnamverein[44], el 23/11/1932 titulada “Una economía fuerte en el marco de un Estado fuerte”.[45]  La democracia weimariana había, según Carl Schmitt, devenido en un Estado débil, sometido a la presión de las masas y de los conflictos entre intereses partidarios contrapuestos. [46] Schmitt defendía de este modo un Estado cuyo cometido fuera el de facilitar el adecuado funcionamiento de la economía capitalista, capaz de resistir y neutralizar los intereses sociales que podían oponerse al funcionamiento y la consecución de esos objetivos económicos.

Hermann Heller, en un texto de 1933 analizando el golpe de estado del 20 de julio de 1932 de von Papen que liquidó el gobierno socialdemócrata de Prusia, afirmaba que el “estado autoritario” que Papen defendía como solución a la crisis alemana desatada en 1930, era un  concepto que se remontaba al nacional liberalismo del Kaiserreich, y que, actualizado como respuesta al Welfare State weimariano, consistía en una retirada del Estado de la intervención en la economía, no en el sentido de dejar de subvencionar y apoyar a la banca, a la gran industria y demás grupos de elite, sino en desguazar la política social que “interfería” en la acumulación del capitalismo alemán.[47]

Las SA desfilan por Spandau en 1932 (foto: Bundesarchiv_B_145_Bild-P049500)
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Abreviaturas: KPD: Partido Comunista de Alemania; SPD: Partido Socialdemócrata de Alemania; DDP: Partido Democrático Alemán Desde 1928: Partido del Estado Alemán; Zentrum: Centro Católico; BVP: Partido Popular Bávaro; DVP: Partido del Pueblo Alemán; DNVP: Partido Nacional del Pueblo Alemán; NSDAP: Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (Partido Nazi); RDI Federación Nacional de la Industria Alemana.

Simpatizantes del NSDAP frente al cuartel general oficioso del partido, el hotel Kaiserhof, cercano al Reichstag (foto: archivo de The Ggerman Times)
Notas

[1] Detlev Peukert, The Weimar Republic : the crisis of classical modernity (New York: Hill and Wang, 1992), 249-67.

[2] Si bien el artículo 48 exigía que las decisiones adoptadas por el ejecutivo fuera posteriormente refrendadas por el Reichstag, la fragmentación del mismo impidió la fiscalización de la actividad del gobierno Brünning, aunque dicha fiscalización fuera ex-post.

documentArchiv.de – Verfassung des Deutschen Reichs [«Weimarer Rei… http://www.documentarchiv.de/wr/wrv.html  17/06/2014 10:01

[3] Theo Balderston, Economics and Politics in the Weimar Republic (Cambridge ; New York: Cambridge University Press, 2002), 82-83.

[4]  El DVP era el partido al que pertenecía Gustav Stressemann, quien se desempeñaba como ministro de Relaciones Exteriores desde 1923 y había sido junto con su antecesor, Walter Rathenau, uno de los grandes artífices de la política exterior de Weimar. Su acción se dirigió al cumplimiento del Tratado de Versalles mientras intentaba su revisión, manteniendo una retórica nacionalista, pero intentando una cercamiento especialmente con Francia, tratando de eliminar progresivamente las restricciones a la soberanía alemana, si bien mantuvo abierta la cuestión de las fronteras con Polonia y Checoslovaquia intentó reforzar la cooperación con la URSS; pero su muerte impidió comprobar si era posible la contradicción entre la eliminación de las restricciones de Versalles y el acercamiento a la potencias vencedoras, Peukert, The Weimar Republic : the crisis of classical modernity, 193-95.

[5] Hans Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1996), 290-91.

[6] Mommsen, 288.

[7] Mommsen, 293-94.

[8] Balderston, Economics and Politics in the Weimar Republic, 92-93.

[9] Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 300-301.

[10] Es la denominación que recibía el conjunto de movimientos y organizaciones de extrema derecha del cual formaba parte el NSDAP.

[11] Para un desarrollo fundamental de este tema ver la excelente aportación de Francisco Morente Valero, «La universidad alemana y la construcción del Tercer Reich», en Pensar después de Auschwitz (Mataró, Barcelona: EL VIEJO TOPO, 2004), 153-81.

[12] Ferran Gallego, De Múnich a Auschwitz: una historia del nazismo, 1919-1945 (Barcelona: Plaza & Janés, 2001), 211-12; También Eric D. Weitz, Weimar Germany: Promise and Tragedy (Princeton, N.J.; Woodstock, Oxfordshire: Princeton University Press, 2009), 343-44.

[13] J. Falter, Th. Lindenberger, y S. Schumann, Wahlen und Abstimmungen in der Weimarer Republik: Materialien zum Wahlverhalten, 1919-1933 (München: Beck, 1986), 41-45.

[14] Gallego, De Múnich a Auschwitz, 201 y siguientes Esta es una obra fundamental para comprender la historia del fascismo alemán.

[15] Jeremy Noakes y G. Pridham, eds., Nazism 1919-1945 Volume 1: The Rise to Power 1919-1934: A Documentary Reader (Exeter: Liverpool University Press, 1998), 81-82.

[16] Ruth Henig, The Weimar Republic 1919–1933 (London, 2015), 65.

[17] Ian Kershaw, Hitler: 1889-1936 (Barcelona: Península, 1999), 368; Ver también, Henig, The Weimar Republic 1919–1933, 70.

[18] Paul Weindling, Health, race, and German politics between national unification and Nazism, 1870-1945 (Cambridge ;;New York: Cambridge University Press, 1993), 443.

[19] Kershaw, Hitler, 373.

[20] Horst. Möller, La République de Weimar (Paris: Tallandier, 2005), 284.

[21] Milos Hajek, Historia de la tercera internacional (Barcelona, 1984), 225-28; Ver también, Henig, The Weimar Republic 1919–1933, 71.

[22] El Frente Único propuesto originalmente por el KPD a partir de la Carta Abierta redactada por Paul Levi y Karl Radek en 1921 dirigida a todas las organizaciones del movimiento obrero alemán y especialmente al SPD y a los sindicatos vinculados a la socialdemocracia, fue refrendado en el III y IVº congresos de la Komintern,

[23] Hajek, Historia de la tercera internacional, 227.

[24] Möller, La République de Weimar, 335-36 y 344-45.

[25] Möller, 344-45.

[26] Sobre la actitud de las clases dominantes de no jugar su suerte a una sola carta, muchas veces Joan Tafalla evocaba una afirmación de Josep Serradell: “Joan, la burguesía nunca pone sus huevos en una sola cesta”.

[27] Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 312.

[28] Mommsen, 511-12.

[29] Henig, The Weimar Republic 1919–1933, 74.

[30] Henig, 74; Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 488-89.

[31] Esa propuesta de Schleicher no se hacía sobre vacío, ya que los sindicatos argumentaban que debido a la gravedad de la situación e independientemente del régimen político existente su deber era el de conseguir las mejores condiciones laborales y de salario para la clase obrera, así como también en algunos casos estaban dispuestos a aceptar una integración en el gobierno mediante algún tipo de participación corporativa; ver Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 502-3.

[32] Peter D. Stachura, Gregor Strasser and the Rise of Nazism (Abingdon, 2014), 9-10.

[33] Ver, Alejandro Andreassi Cieri, El compromiso fáustico: la biologización de la política en Alemania, 1870-1945 (Mataró: El viejo topo, 2015).

[34] Stachura, Gregor Strasser and the Rise of Nazism, 51-59.

[35] Kershaw, Hitler, 414.

[36] Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 500-501.

[37] Kershaw, Hitler, 377.

[38] Henry Ashby Turner, A treinta días del poder, (Barcelona: Edhasa,2000).

[39] Alejandro Andreassi Cieri, «KPD Y KOMINTERN (1919-1923): entre la teoría de la ofensiva y el Frente Único José Luis Martín Ramos et al., La Gran Guerra y la revolución: Orígenes de la Internacional Comunista (Vilassar de Dalt: El Viejo Topo, 2019), 128.

[40] Christoph Buchheim, «Das NS-Regime und die Überwindung der Weltwirtschaftskrise in Deutschland», Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte 56, n.o 3 (15 de julio de 2008): 383-86, https://doi.org/10.1524/vfzg.2008.0017.

[41] Buchheim, 388-89; Balderston, Economics and Politics in the Weimar Republic, 99. Antonio Gramsci en su análisis de la situación creada por el impacto de la Gran Depresión en Alemania y Gran Bretaña consideraba que, si bien los efectos de la depresión eran mayores en Alemania que en Gran Bretaña, la primera, por su gran potencia industrial sería capaz de una más rápida recuperación que en el caso británico, cuya capacidad industrial era menor ya que su economía estaba más vinculada a la actividad financiero-bancaria que industrial, <61> Pasado y Presente. Inglaterra y Alemania Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel T. 4 (México, D.F.: Ediciones Era, 1986), 43.

[42] Mommsen, The Rise and the Fall of Weimar Democracy, 507.

[43] Anthony McElligott, Rethinking the Weimar Republic: Authority and Authoritarianism, 1916-1936 (London: Bloomsbury Academic, 2011), Cap. 4 «The Authority of Money» (Kindle edition).

[44] Era el nombre que se le había adjudicado, para abreviar, a la Verein zur Wahrung der gemeinsamen wirtschaftlichen Interessen in Rheinland und Westfalen (Asociación para la protección de los intereses económicos comunes en Renania y Westfalia), constituida en Düsseldorf en marzo de 1871 por iniciativa de los empresarios del metal, el textil y la minería.

[45] Renato Cristi, Carl Schmitt and Authoritarian Liberalism: Strong State, Free Economy, 1 edition (Cardiff: University of Wales Press, 1998), 212 y sig.

[46] Werner Bonefeld, «Authoritarian Liberalism: From Schmitt via Ordoliberalism to the Euro», Critical Sociology 43, n.o 4-5 (1 de julio de 2017): 3-4.

[47] Hermann Heller, «Authoritarian Liberalism?», European Law Journal 21, n.o 3 (1 de mayo de 2015): 295-301.

Fuente:  Realitat 11 de noviembre de 1932

Esta pieza es la segunda parte del artículo publicado en Realitat del 4 de noviembre de 2022: 1932: un any clau per a la república de Weimar: l’avantsala de la barbàrie (I)

Traducción: A. Andreassi

Portada: Patrulla policial en Altona tras el «Domingo Sangriento» (17 de julio de 1932) en el que 18 personas murieron por disparos de la policía durante una marcha de las SA (foto: Lebendiges Museum Online)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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