El último pueblo de Galicia antes de Asturias: una fortaleza con 400 años y una playa inolvidable

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El último pueblo de Galicia antes de Asturias: una fortaleza con 400 años y una playa inolvidable

Esta villa, en la frontera entre dos tierras y marcada por su ría, esconde paisajes inolvidables y un casco histórico que refleja su historia y patrimonio

Ría de Ribadeo.
Ría de Ribadeo. Turismo de Galicia

El escudo de Ribadeo recuerda hacia dónde se abre la puerta de Galicia: una llave de oro hallada en el mar siempre presente. Allí, entre Galicia y Asturias, la ría de Ribadeo se extiende como un estrecho brazo de mar a lo largo de una decena de kilómetros, dejando aquí y allá diminutas barcas de vela que surcan la desembocadura del río Eo.

Después de él, el viajero se adentra ya en Asturias. Antes, permanece en Ribadeo, último pueblo, por la línea de costa de la Galicia Cantábrica, de A Mariña Lucense. Un municipio turístico que crece con los años, marcado por las suaves temperaturas estivales y por la belleza de sus paisajes, que encuentran en el mar y en su zona rural su máxima expresión.

Su litoral privilegiado brinda la oportunidad de disfrutar de hermosas playas, en donde destaca una por encima de todas. Un espacio en el que el mar ha esculpido en los acantilados un inmenso repertorio arquitectónico de arcos, columnas y bóvedas que llevaron a bautizar este enclave entre los arenales de Augasantas y Carricelas como Playa de las Catedrales.

Playa de Las Catedrales (Ribadeo, Lugo)
Playa de Las Catedrales (Ribadeo, Lugo)larazon

Las rocas que la componen son principalmente pizarras y cuarcitas, que tuvieron su origen hace unos 500 millones de años en el hemisferio sur. Durante todo este tiempo, las aguas del mar Cantábrico han estado esculpiendo formas impensables en los acantilados: largos pasadizos de arena, cuevas profundas, grandes arcos de más de treinta metros de altura…

Pero el litoral de la comarca ofrece otras historias, otros relatos y otras posibilidades, como Rinlo, un pueblo con sabor marinero creado en uno de los pocos entrantes propicios de esta costa: la ensenada de Areosa. Lugar de marineros, y en tiempos más remotos también de balleneros, su Cofradía de Pescadores es hoy una de las más antiguas de España.

Rutas

Ribadeo es también punto de partida ideal para explorar la belleza natural de la región. Los aficionados al senderismo pueden disfrutar de rutas que serpentean por el litoral, ofreciendo vistas panorámicas de la costa y del paisaje rural gallego. No en vano, los tramos más bellos del camino de peregrinación a Santiago de los Caminos del Mar y del Norte pasa por las tierras del municipio.

Pero más allá de sus playas y del paisaje, Ribadeo cuenta con un encantador casco antiguo que refleja su historia y patrimonio cultural. Calles empedradas, plazas pintorescas y numerosos edificios invitan al visitante a dar un paseo tranquilo y descubrir la historia de la villa.

Un relato al que el patrimonio religioso suma, entre sus principales atractivos, las iglesias de San Pedro de Arante (siglo XVIII), Santa Baia da Devesa (siglo XVI), Santa María de Ove (siglo XVII), San Xoán de Piñeira, Santa Baia de Vilaosende, Santa María de Vilaselán (siglo XVIII), Santa María do Campo –conocida como iglesia de San Francisco- y el convento de Santa Clara.

Asimismo, la arquitectura se presenta en forma de construcciones civiles y militares. Entre las primeras destacan la Casa Consistorial o Pazo de Ibáñez, neoclásico del siglo XVIII; el Pazo de Cedofeita, construido a finales del siglo XV o principios del XVI; el edificio de la Aduan, del siglo XVIII, testimonio de un pasado económico vigoroso; o la casa do Patín, construcción civil más antigua de la villa.

Castillo de San Damián.
Castillo de San Damián. Wikipedia

A lo largo del casco urbano, se conservan hermosas residencias burguesas con influencia indiana, como el edificio del Mercado Municipal, construido en 1935, o la Torre de Los Moreno, convertida en emblema de Ribadeo.

Y como ejemplo de arquitectura militar destaca, cómo no, el castillo de San Damián. Una fortaleza que levantó en 1624 el Marqués de Cerralbo para proteger la ría de los ataques por mar, y que este año celebra su 400 aniversario.

El enclave devuelve al visitante a la boca de la ría, donde descansa a pocos metros de O Cargadoiro, mirador sobre el mar que guarda los vestigios de un cargadero de mercancías, punto de destino para el hierro que provenía desde las minas de la comarca.