El porqué de las cosas, edición 12M por Juan Carlos Ortiz de Elguea

El porqué de las cosas, edición 12M

Uno de los cuentos más raros de Quim Monzó narra la historia de un gris empleado de unos grandes almacenes llamado I, sí con i mayúscula. Un día comienza a oír claramente los pensamientos de los clientes, facultad que le permite adelantarse a lo que van a pedir, o los de compañeros tramando contra los intereses de la empresa, comportamiento que comunica inmediatamente a sus superiores. Comienza así una carrera meteórica escalando puestos dentro de la empresa gracias a este misterioso poder. Un día aterriza en el despacho del director general, llamado O, sí con o mayúscula, tras su último y espectacular ascenso. Nuestro empleado piensa en sus adentros algo así como “a este me lo cargo en unos meses”. El señor director le mira desde el otro lado de la mesa y le informa con voz clara y firme: “Le costará más de lo que cree”.

El 80% de los que votaron este 12M lo hizo por partidos que apoyan la amnistía. El PP tiene convocada para el 26 de mayo su sexta manifestación contra la ley. En Madrid, claro

Las elecciones consisten en una prueba de sagacidad para los políticos: han de leer durante unas semanas las mentes de quienes, en la fecha señalada, acudirán a las urnas. Y, también, penetrar en los pensamientos de sus oponentes. Solo si han conseguido oír bien y, sobre todo, interpretado correctamente lo que han oído, podrán disfrutar de una loca noche electoral ¿Quién es I y quién es O este 12M? Vamos ahora con algunas pistas.

42%. El partido más votado este domingo fue la abstención. En 2017, más del 81% del censo acudió a las urnas. ¿A quién benefició que tantos votantes se quedasen en casa? Muchos desencantados con el procés, se sospecha, habrían descubierto el domingo que se han quedado sin partidos a los que votar.

42. La cifra de diputados que ha logrado Illa es para Sánchez un claro espaldarazo a sus arriesgadas políticas de apaciguamiento de Cataluña, pero el ridículo al que ha sometido a ERC y el ascenso, presumiblemente para nada, de Junts le complicarán el día a día en Madrid.

43%. Son los votos del independentismo. Hace tres años fue el 51%. La suma de Junts, ERC, CUP y Aliança se traduce en 61 escaños, siete menos de la absoluta. Desde 1984, ese bloque tenía siempre el control del Parlament. Todo ese capital político se esfuma ahora sin que todavía tengan claro en Perpignan por qué.

55-48. La llamada a la supervivencia del procés lanzada por Puigdemont se basa en este juego de magia: 55 diputados de Junts y ERC frente a 48 de socialistas y comunes. Entonces va el PSC y se abstiene a cambio de conservar a Sánchez en la Moncloa. Magia.

72-63. Si pudiéramos dividir el nuevo Parlament entre diputados de izquierdas y de derechas observaríamos que se ha vuelto un poco más de derechas. De 83 de izquierdas se ha pasado a 72, y de 52 de derechas a 63. Cataluña sigue siendo roja, pero menos.

80%. No sabemos si el resultado agridulce de Puigdemont se debe a su empecinamiento frentista o a la reaparición del fantasma de Jordi Pujol en campaña. Lo que se sabe es que el 80% de los que votaron lo hizo por partidos que apoyan la amnistía. El PP tiene convocada para el 26 de mayo su sexta manifestación contra la amnistía. En Madrid, claro.

22.000. Son los votos logrados por Ciudadanos frente al millón de hace siete años, cuando Arrimadas era la estadista que asombraba al mundo. Ahora han sido superados por los votos en blanco, casi 36.000. Carrizosa se ha amarrado al timón del Titanic y amenaza con presentarse a las próximas elecciones no se sabe contra quién.

350.000. Son los catalanes que creen que su país va camino de convertirse en un califato. Vox resiste pero tiene un nuevo y siniestro compi, la Aliança de Sílvia Orriols, que se conjura por hacer de Cataluña un “Estado libre, próspero, seguro y occidental”. De momento tendrá que compartir dinero, despacho y tiempo de intervención con la CUP.

La ‘Gran Obra’ del independentismo está, después de este domingo, en peligro. O cambiamos de autor o cambiamos de tinta

En otro de sus cuentos, el veterano independentista Quim Monzó, traducido dicen que de forma magistral por el antiindependentista Javier Cercas, nos traslada a la pesadilla de un erudito que ha consagrado toda su vida a crear la Gran Obra, que ya va por más de 70 volúmenes. Un día descubre que la tinta de las letras del primero está volviéndose invisible por no se sabe qué razón y que ese proceso avanza de forma inexorable hasta hacer todas las páginas ilegibles. El autor debe decidir si reescribe las primeras entregas o continúa avanzando con nuevos volúmenes a costa de perder los primeros. Nunca se preocupó por tener un editor y teme que, si la obra de su vida tarda en publicarse, acabe borrándola por completo el paso del tiempo. No haremos spoiler. Hablamos de La Divina Providencia, un cuento incluido en el clásico El porqué de las cosas, cuya primera edición es de 1993. La Gran Obra del independentismo está desde este 12M en peligro. O cambiamos de autor o cambiamos de tinta. 

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