RESUMEN Y RESULTADO DEPORTIVO DE LA CORUÑA BARCELONA b: 1-0 | El Dépor vuelve a su manera

1-0 | El Dépor vuelve a su manera

A lomos de su gente y de una A Coruña blanquiazul, el equipo coruñés cierra una segunda vuelta perfecta para plantarse de nuevo en Segunda cuatro años después

Sufrió lo indecible

Lucas, el héroe soñado

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Ha habido muchos momentos que el Deportivo no vio la luz, que tuvo el infierno ante sus ojos, pero fue siempre su afición la que se empeñó en enseñarle el final del túnel. Entregada, fiel, admirable, un tesoro. Y ayer no fue una excepción, ella no se desvió de su camino. A lomos de su gente, con ellos, el club centenario, el campeón de Liga fue más humano que nunca y más grandioso que nunca para regresar al primero de los dos escalones que tiene que subir para volver a donde debe. A su manera. Con una ciudad entregada y a dos colores, sufriendo lo indecible, mostrando indestructible, un gol de Lucas le dio el triunfo al Deportivo ante un Barcelona B sobrado de calidad, que le puso contra las cuerdas en la primera parte.

Él resistió, como toda esta temporada, para agijonear en una falta que Riazor vio dentro ya antes de que la lanzase. Tenía que ser él. O neno, el que hizo el esfuerzo por venir. No había mejor happyend para una historia de superación, para una refundación que le ha hecho temblar desde sus cimientos y que le ha acercado a su gente, a su cantera y que le preparado para el futuro. Vuelve, pero no para ser uno más, sino para ser el Dépor que merece su historia.

El Dépor correspondió al aliento de la grada, al color y al calor de la ciudad y salió empujando. Era lo que requería la situación, era lo esperado. Ya había avisado una semana antes Pablo Vázquez y era inevitable. Un torrente. Riazor rugía, el tifo de Arsenio volaba al viento, Idiakez había recuperado a Ximo Navarro y José Ángel para su once tipo, lo demandaba la ocasión. Ese fuego de 1991, esa llama del autobús en la previa parecía querer removerlos, impulsarlos.

El inicio del Dépor fue demoledor. Iba al compás de su grada, eran uno, querían acabar con todo esto ya. Al filial le costaba sacar la pelota, hasta el portero se sentía acosado. Lucas rozó el gol en una falta desde la frontal, un par de pelotas cruzadas pusieron en jaque a los culés. Poco duró esa ola de furia de los guerreros blanquiazules. Se impuso calidad, la apuesta táctica de Márquez que puso en jaque al entramado defensivo local, que hizo sentir inferior a los coruñeses, algo que no es sencillo en esta Primera Federación.

Lo pasó extremadamente mal el Dépor hasta la media hora. El Barcelona B ensanchaba el campo y era capaz de filtrar pases hasta una zona de enganches en la que se movían Unai, Moha y Marc. El equipo coruñés veía pasar aviones, llegaba siempre tarde, achicaba agua. En ese rato el equipo blaugrana reclamó tres penalti, solo uno puede ser discutible y ni eso. Recordó por instantes a aquel duelo de hace unos pocos años ante el Castilla. El Dépor no se imponía por calidad, tampoco por estructura. Era más que preocupante. El punto álgido fue una gran parada de Germán Parreño a Marc Guiu.

Una jugada aislada de Lucas en la que casi hace el 1-0 tras un choque con Falle fue el anuncio. A partir de la media hora cogió algo de aire. No mucho, pero el suficiente para no sentirse perdido. Replegado y aún en inferioridad en el campo, fue capaz de quitarse el ahogo, ganar algún duelo y llevar algo de peligro a balón parado. No había tregua. Hubo un saque de esquina con los Pablos al abordaje que olió a gol.

El Dépor estaba vivo, lo mejor era el resultado. Cualquiera hubiera imaginado y deseado otro guion en los primeros 45 minutos, pero el ejercicio de supervivencia dejaba todo como había comenzado. Idiakez necesitaba dar una respuesta táctica a ese juego entrelíneas de los culés que estaba desbordando a su equipo.

El Dépor ya fue otro en el segundo tiempo. No hizo falta ni un minuto para percibirlo. En una ráfaga Yeremay se encontró con una pelota en ventaja por la izquierda y buscó a Lucas en profundidad. La pelota cruzada se pasó por delante de la línea y varios jugadores y saltaron unos cuantos by pass. El equipo coruñés no ganaba, que era el fin único, pero todo empezaba a tener otra cara. No disfrutaba de la pelota en exclusividad, pero tampoco le hacía falta para hacer daño. Se mostraba competitivo haciendo su partido. Ya no era la sensación de estar merced, de encontrarse perdido, naufragando y achicando.

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Era todo lo contrario y así se pudo ver en los compases siguientes. Se multiplicaban los acercamientos blanquiazules, las ocasiones de gol para los coruñeses. Mella hizo diabluras en el área, Barbero casi caza de cabeza una pelota en el área. Se mascaba el gol, que el Dépor le estaba empezando a dar la vuelta al Dépor, aunque parecía algo gradual, nada inmediato. Pero, claro, estaba Lucas y Lucas tiene sus propios guiones, los soñados por el deportivismo.

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Xane Silveira

Riazor ya ardió cuando el colegiado señaló la falta en la frontal. Parecía la celebración de un córner en un campo inglés. La grada sabía que la historia se estaba escribiendo o, al menos anhelaba que fuese así. Puso la pelota, la mimó, el equipo culé pobló la frontal de jugadores en la barrera. Solo quedaba el hueco del palo del portero. Ahí fue Lucas y ahí la clavó. Tenía que ser él. Si la vida y la fidelidad tienen premio, solo podía ser él. El deportivismo estalló como nunca. Por ser él, por la agonía, porque era la historia que necesitaba. Quedaba más de media hora, pero todo apretaba menos. 1-0, minuto 57.

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Xane Silveira

La última media hora fue pura supervivencia y un ejercicio de liderazgo de Lucas. El Dépor y Riazor estaban nerviosos, él supo poner temple, mandar, sonreír. Sabía lo que hacía falta, seguro que todo se le removía por dentro, seguro que pensó en algún momento se le iba a escapar ese sueño que le persiguió desde que tiene uso de razón. Mella tuvo la oportunidad de cerrarlo, también Davo sobre la hora. Idiakez, fiel a su hoja de ruta de toda la temporada, tocó lo justo. Rubén puso el pulmón y Davo, la revolución desde la banda. Barbero se sentaba y Mella se marchaba cojeando.

Riazor celebra el ascenso del Deportivo a Segunda División

Había que aguantar, el Dépor lo hizo, aunque, eso sí, en algún momento pensó en perderlo todo. Germán Parreño se jugó la mano en el minuto 84, pero finalmente Pablo Martínez supo desviar un pase en profundidad que olía a 1-1. El meta fue, sin duda, una de las figuras. El Dépor está en Segunda. Pero este Dépor que vuelve es otro, arraigado, fuerte. Un torrente de regreso en el fútbol profesional.