12 mayo, 2024 02:45

Princesas invisibles. Siempre que las familias reales europeas se juntan con motivo de un bautizo, boda o coronación, se hacen fotos de grupo. Cuando salen a la luz esas instantáneas, son muchos los ciudadanos que hacen repaso, fila por fila, de todos los miembros que componen la saga. En muchas ocasiones se paran en la figura de una mujer, cerca de la Reina, de la que no consiguen recordar su nombre, saben que es la hermana de la soberana, pero… ¿Cómo se llamaba?

Son varios los casos en los que las Monarcas no tienen como compañeras de vida a sus maridos, Reyes y Príncipes, sino a sus hermanas: solteras, divorciadas o viudas que las acompañan en cada paso y momento importante de sus reinados. Como una sombra o un pequeño fantasma, siempre en un segundo plano, sin querer molestar ni hacer ruido…Mujeres a las que la historia les ha dado un papel muy difícil de interpretar.

Es el caso de Margarita, la fiel escudera de Isabel II de Inglaterra, o de Benedicta, la hermanísima de la reina Margarita de Dinamarca que nunca renunció a su agenda hasta que la Monarca danesa se jubiló. En nuestras fronteras, este complejo papel lo ha interpretado Irene de Grecia, la leal confidente de la reina emérita Sofía. Y, dentro de unos años, cuando la princesa Leonor alcance el trono de España, ¿la infanta Sofía ejercerá este papel de royal a la sombra de la Reina?

La reina Sofía y su hermana, Irene de Grecia.

La reina Sofía y su hermana, Irene de Grecia. Gtres

Puede que el caso de la recién fallecida, Isabel II, y su hermana, Margarita, sea el más famoso de toda la historia. Fue durante toda su vida una relación muy tensa por el puesto que el destino les había dado en la Historia. En una de las escenas de la serie de Netflix The Crown se reproducía un momento entre las dos mujeres, que, aunque se desconoce si fue tal y como se cuenta, escenifica bien cómo era su relación.

La trama comienza cuando a la soberana británica le cuentan, en 1943, que es la nueva heredera al trono. Aparecen una Isabel adolescente con su hermana Margarita peinándola. Hablaban. "No voy a ser capaz de hacerlo", le dice Isabel. "Yo sí podría estar en cada moneda, en cada billete, ser la mujer más famosa del mundo. Se me daría de maravilla llevar una corona y dar órdenes a todos. Margarita quiere hacerlo, y puede hacerlo. Margarita ha nacido para hacerlo", le contesta su hermana.

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Margarita, la escudera inglesa

La princesa Margarita no había nacido para ser la sombra de nadie y menos de su hermana. Sin embargo, la dependencia de Isabel sobre ella y su poca fortuna en los temas del amor le llevaron a vivir sus últimos años pegada a la Reina. "Lilibet es mi orgullo. Margaret es mi alegría", dijo el rey Jorge VI sobre sus dos hijas. Ese comentario se convirtió en un símbolo de la relación que las hermanas reales mantenían con toda la sociedad: Isabel, reina de Inglaterra, era estoica y firme, mientras que Margarita seguía teniendo esa aura entre caprichosa y glamourosa cuando se ponía vestidos de Dior para salir de fiesta en ciudades de todo el mundo.

"Isabel era organizada, Margarita tenía una vena artística; Isabel era discreta, Margarita buscaba la atención; Isabel era obediente, Margarita desobediente; Isabel disciplinada, Margarita rebelde", recordaba Craig Brown en Ninety-Nine Glimpses of Princess Margaret, una de las mejores biografías que se han escrito sobre ella.

La reina Isabel II, junto a su hermana, Margarita.

La reina Isabel II, junto a su hermana, Margarita. Reuters

Aunque eran diferentes y su orden de nacimientos les había colocado en situaciones de vida distintas, su devoción mutua nunca flaqueó. Margarita llamaba a Buckingham a su hermana todos los días para cotillear. Como recordaba su amigo, Reinaldo Herrera, en uno de los muchos documentales que se han hecho desde la muerte de Isabel II: "Había entre ellas un cariño, una amistad y una complicidad impresionantes. Cuando murió Margarita, en 2002, la Reina había perdido a su compañera más íntima. No explicar al mundo lo que siente ni las razones de su conducta es parte de su grandeza. Pero ese día, durante unos instantes, cuando observaba desde la escalinata de la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor cómo se alejaba el féretro de su hermana, sus ojos le traicionaron y lloró".

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Benedicta, la "regia" danesa

Si Margarita de Inglaterra fue invisible, el caso de Benedicta de Dinamarca es todavía más llamativo. Siempre ha estado situada en un segundo plano, dejando todo el protagonismo a su hermana mayor, la reina Margarita, y apoyando en todo momento. Durante el exilio, y más ahora que se ha quedado viuda, también insufla ánimos a su hermana pequeña, Ana María de Grecia.

Pese a ser una mujer discreta y sencilla, en su país siempre se ha dicho de ella que era la más "regia" de las tres hijas que tuvieron el rey Federico IX y la reina Ingrid. Al contrario de la sombra de Isabel II de Inglaterra, Benedicta sí ha tenido agenda de actos propia y ha cumplido siempre sus compromisos con la Corona de su país. Hasta hace cuatro meses, justo cuando su sobrino, Federico, subió al trono, momento en el que ella decidió jubilarse de nuevo al lado de su hermana.

Benedicta nació el 29 de abril de 1944, cuatro años después que su hermana, la heredera Margarita. En realidad, ésta no fue considerada al trono hasta 1953, cuando su padre, Federico, fuera coronado y suprimiera la Ley Sálica patente en Dinamarca un año después. Así, Margarita ascendía como reina en 1972, siendo la primera mujer en 500 años convertida en soberana de los daneses.
La relación entre las dos hermanas fue distante durante su infancia y adolescencia.

De izquierda a derecha, Ana María de Dinamarca, Benedicta de Dinamarca y la reina Margarita II.

De izquierda a derecha, Ana María de Dinamarca, Benedicta de Dinamarca y la reina Margarita II.

Benedicta es cuatro años más joven que yo y esa es una gran diferencia de edad hasta que casi eres adulto. Dos años más tarde nació Ana María y las dos estaban unidas entre sí de una manera completamente diferente. Aunque crecimos en un hogar donde convivíamos diariamente, en realidad había una gran distancia”, explicaba la reina Margarita en su biografía publicada en 2019.

En 1966, Benedicta conoció al que sería su marido en la boda de la reina Beatriz de Holanda. Se trataba del príncipe Ricardo zu Sayn-Wittenstein-Berleburg, perteneciente a una de las dinastías más importantes de Alemania. Su relación no fue vista con buenos ojos por el pueblo danés, que 20 años después del final de la ocupación nazi no estaba dispuesto a aceptar un matrimonio de la que entonces era segunda en la línea de sucesión al trono con un alemán.

La pareja vivió unos meses de negociaciones con el gobierno y la Familia Real y finalmente se decidió que, en el caso de que Benedicta fuera la más directa heredera al trono, el matrimonio y sus futuros hijos vivirían en Dinamarca y él renunciaría a la nacionalidad alemana. Aunque no llegaron a divorciarse, lo cierto es que nunca fue un matrimonio feliz, sobre todo porque el príncipe sólo aceptaba vivir en Alemania y Benedicta estaba centrada en sus obligaciones como hermana de la Reina.

Los continuos viajes de la princesa a Dinamarca para cumplir con sus compromisos oficiales hicieron que su relación de pareja hiciera aguas. La Princesa siempre puso por delante a su hermana Margarita y a su lealtad hacia la Corona. Siempre cumplió con su deber como Princesa y como regente en el caso de que la Reina o el príncipe Federico se encontraran fuera del país. Para ella, sus obligaciones estaban siempre en primer lugar.

El príncipe Ricardo zu Sayn-Wittenstein-Berleburg, junto a su mujer, la princesa Margarita.

El príncipe Ricardo zu Sayn-Wittenstein-Berleburg, junto a su mujer, la princesa Margarita. Gtres

Disciplinada y seria, su marido comentó en una ocasión que ambos eran muy diferentes. “A veces me sorprende que hayamos tenido hijos”, dijo en una entrevista. El príncipe Ricardo, al que se conocía como príncipe de las botas de goma por su sencillez, falleció en marzo de 2017 de manera repentina. Ese día Benedicta se encontraba en Dinamarca, por lo que tuvo que volver de urgencia a Alemania. Aunque nunca firmaron ningún papel de separación, hacía décadas que vivían en casas diferentes e incluso en países distintos.

La última vez que Benedicta mostró su total apoyo a las decisiones de su hermana fue cuando, hace un año, la todavía Reina anunció la decisión de retirar el título de Príncipes a los hijos del príncipe Joaquín, su hijo menor. "Mi hermana toma decisiones sabias. También como Reina. Piensa en el futuro y no en el aquí y ahora, creo que eso es lo más importante", dijo mostrando su apoyo a su hermana.

Ahora con ambas hermanas jubiladas, Margarita y Benedicta, se juntan muy a menudo con Ana María, viuda de Constantino de Grecia desde hace poco más de un año, para pasar largas temporadas las tres en el palacio de Grasten, la residencia de la familia real en Jutland. Es un paraíso donde disfrutan de largos paseos y comparten sus confidencias. Seguramente las tres recuerden los felices veranos que pasaron de niñas las tres en ese mismo lugar.

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Irene de Grecia, la confidente

España tiene su propio caso: la relación de la reina emérita Sofía con su hermana, Irene de Grecia. En todas las fotos de la madre de Felipe VI se puede observar una figura detrás, una persona que no trabaja para ella, pero que siempre está ahí. Su compañera durante más de 40 años. Su amiga, confidente o paño de lágrimas, como la han definido en muchas ocasiones. Pese a ello, poco se sabe de esta mujer de 80 años que tiene una de las historias más interesantes y desconocidas de toda la realeza europea.

Desde hace cuatro décadas, ambas hermanas viven juntas en la zona privada del recinto de Zarzuela, en El Pardo, donde se encuentran los apartamentos de la Familia Real. Se trata de un área mucho más pequeña de lo se piensa. Nada que ver con el Pabellón del Príncipe, donde viven los actuales Reyes, que se trata de una verdadera mansión de más de 1.800 metros cuadrados.

Irene de Grecia junto a su hermana Sofía  y su madre, doña Federica

Irene de Grecia junto a su hermana Sofía y su madre, doña Federica

Aunque cada hermana tiene su zona, les gusta compartir comedor en los desayunos, comidas y cenas. Sin grandes lujos y con un mobiliario muy sencillo, su espacio consta de dos habitaciones y un despacho. Además, con la ausencia de Juan Carlos en la casa, la relación se ha estrechado todavía más. Sofía no tiene que acompañar a su marido para nada, su hijo casi no la reclama y a los actos a los que acude como representaciones de la Corona son escasos y tranquilos y lleva siempre a Irene como acompañante.

Pese a que se ha escrito mucho sobre la estrecha relación que tienen las dos princesas griegas, lo cierto es que ambas se sentían más unidas a su hermano, al que con cariño llamaban Tino y que falleció en enero de 2023. Siempre fue el más importante de la Familia Real griega. "Como yo era la mayor tenía que dar ejemplo y ser la buena; Tino era el diácono (heredero en griego), el centro de atención de todos, y luego estaba Irene, que no pintaba nada y lo sabía y se aprovechaba; ella era completamente independiente", cuenta siempre Sofía cuando habla de su niñez.

Irene y su ONG

Irene de Grecia trabaja cada día en la ONG Mundo en armonía, que fundó hace varias décadas, cuya sede está en la calle Barquillo. La oficina se la cedió el banquero Alfonso Escámez, uno de los pocos amigos que la princesa griega ha tenido en España.

World in harmony, como llama la princesa Irene a su fundación, tiene como presidentes de honor a los Reyes Juan Carlos y Sofía. De hecho, la Fundación Reina Sofía colabora con ellos en varios proyectos. Su creación está pensada para gestionar los excedentes de comida y medicamentos que son tirados y despreciados por el primer mundo y poder aprovecharlos para los países en desarrollo. Llevan trabajando desde 1986 y lo que empezó siendo un pequeño proyecto centrado en la India, se desarrolla ya en más de 150 países.

Irene de Grecia junto a su hermana Sofía, la reina hemérita, en Toledo en abril de 2015.

Irene de Grecia junto a su hermana Sofía, la reina hemérita, en Toledo en abril de 2015.

Son muchos los que aseguran que la infanta Sofía, la hija pequeña de los actuales Reyes, tiene un aire físico con la princesa Irene de Grecia cuando era pequeña. Si le preguntas a su madre, Letizia, lo niega de forma rotunda y asegura que la menor se parece mucho a sus hermanas y ella cuando eran niñas.

Los tiempos han cambiado y ya nadie espera que Leonor espere de su hermana pequeña compañía y apoyo. Será ella la que decida su futura pareja. Aun así, ya es su fiel escudera en muchas ocasiones. De la mano y siendo muy discreta, Sofía le da la mano a la Princesa de Asturias dispuesta a todo. Se espera que no se haga invisible repitiendo la historia de su tía Pecu, como le han llamado siempre con cariño todos sus sobrinos.