Nos s� que es una novedad de las que nos entusiasman

Los antecedentes sirven, y tambi�n en lo positivo. As� que si leemos que el chef venezolano Luis Alejandro Hern�ndez se ha formado en algunas de las mejores cocinas de Am�rica y Espa�a, junto a cocineros como Pedro Miguel Schiaffino en Lima o Dabiz Mu�oz en Madrid, ya tenemos referencias a la hora de optar por una primera visita en medio del alud, que contin�a, de aperturas de nuevos restaurantes en esta ciudad metida en un frenes� que nunca conocimos antes. As� que, con ese conocimiento previo, est�bamos seguros de que, al menos, la experiencia iba a ser interesante. Nos quedamos cortos: fue excelente, sin esos fallos o altibajos que �ltimamente hemos de rese�ar demasiado a menudo.

El restaurante se llama Nos, nos dicen que es propiedad de un empresario libio -un detalle m�s de ese nuevo tipismo madrile�o-, y es un local sencillo en pleno barrio de las Salesas, de decoraci�n puramente industrial, pero alegre y pulcro. La carta es muy breve pero muy variada: cuatro entrantes, cinco platos principales, tres postres. Cosa curiosa, todos los entrantes y principales se sit�an entre 19 y 27 euros, con lo que la cuenta acaba siendo lo que ahora se dir�a "media" en Madrid. Vamos, lo que hace un lustro se llamaba "cara".

Hern�ndez practica una cocina de fusi�n creativa y desenfadada, pero m�s original de lo habitual: casi todos los platos incluyen tradiciones y recetas hispanoamericanas, los ingredientes son de corte mediterr�neo y calidad verdaderamente notable, aparecen los toquecitos asi�ticos y el resultado final es muy personal, no una copia de la "cocina creativa" al uso, que suele ser m�s reiterativa que creativa.

As� que, para el debut, probamos cuatro platos y un postre, bien variados y que se comparten bien entre dos comensales. Para empezar, un recuerdo de la etapa lime�a del chef, dos tiraditos de pescado -el otro d�a eran de pez lim�n, o serviola, sabroso pescado azul no muy frecuente en Madrid, frecuente en nuestro Mediterr�neo-, con mango, leche de tigre de mandarina y pimientos asados. Mandarina en vez de lim�n verde: leve dulzor, gran delicadeza del bocado.

Rumbo al norte, el otro entrante rend�a culto a M�xico, pero tocaba muchas tradiciones de todo el mundo: unos muy buenos tacos de ma�z con carne de pica�a madurada completados con un aj� amarillo con pollo, otra vez peruano, m�s bimi -ese cruce japon�s de br�col y col- a la brasa y por encima unos copos de vasqu�simo queso de Idiaz�bal. �Raro? Un manjar.

De principales: la carrillera braseada de ternera, que se vuelve melosa con su salsa de asado negro, yogur -que hemos le�do que es libio, quiz� por el patr�n- y patatas; y unos frescos chipirones convertidos en plato del sur de Asia, hechos al wok, con una base de estilo chifa chino-peruano, salsa cremosa thai y muchas hierbas frescas. "Boccato di cardinale", dir�a un cliente italiano. Todo muy pensado, medido y equilibrado dentro de la originalidad. Original tambi�n la torrija de ma�z con la que cerramos el �gape.

La carta de vinos -tambi�n es buena la de c�cteles-, muy internacional y muy volcada a los vinos de terru�o y naturalidad que tanto terreno han recuperado en estos a�os, ofrece algunos de esos tintos frescos y sin maderamen y de esos blancos con fruta potente que hoy permiten armonizar un solo vino con toda una comida tan variada, de mar y de tierra adentro, como la de Hern�ndez. As�, el Crozes-Hermitage Cuv�e L 2022 de Laurent Combier es un tinto muy fresco del R�dano norte, pura syrah de cepas j�venes con poca crianza, que se al�a igual de bien con los chipirones y con la carrillera.

El servicio es amable, atento y eficaz. Y no se eterniza. Vamos: una experiencia sin fallos. Una nueva atracci�n genuinamente gastron�mica -y no un mero show- en Madrid.