Cataluña/España: la hora de la verdad - La Nueva España

Opinión

Cataluña/España: la hora de la verdad

Las mayorías políticas en el Parlament tras las elecciones

Es cierto que las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo abren una nueva etapa para la hoja de ruta de la relación política de Cataluña con el estado y también para la propia gobernación de esa nacionalidad histórica. Pero nadie debe pensar que partimos de cero. La historia reciente con todos sus avatares va a pesar y mucho en la nueva realidad, ya que los resultados electorales ofrecen una lectura variable sobre la salida más adecuada hacia el futuro.

La victoria del PSC con 42 escaños presenta a Salvador Illa como el actor más decisivo para la configuración del nuevo tiempo político, lo que le acredita para intentar liderar el nuevo "Govern", mas su mayoría relativa le exige buscar aliados para alcanzar los apoyos necesarios para obtener la investidura. En ese aspecto, no hay duda de que el primer escenario podría ser un ejecutivo tripartito con los Comunes y ERC. Pero nada es fácil ni automático en la política catalana. Los dos componentes en juego: lo nacional identitario y lo social programático, significan un pulso complicado para los republicanos, unido a su pésimo resultado, que les ha dejado en coma por un momento inicial. Por ello, esa opción prioritaria todavía no cuenta con la solidez mínima para asegurar la solución. Sin negar que los 68 parlamentarios que suman las tres fuerzas son un importante gancho para trabajar por esa fórmula.

De otro lado, la nueva página política requiere mucho tacto para que de veras se pueda formar un clima político equilibrado donde el federalismo y el independentismo encuentren un espacio común de cooperación para romper los antagonismos vividos en los años anteriores. Justamente, la amnistía, que pronto estará vigente, debe servir para coser desgarros y permitir una convivencia pacífica, capaz de favorecer la colaboración. En ese aspecto, sería muy relevante no prescindir de Junts ni del propio Puigdemont, si decide continuar, porque su empoderamiento en el campo independentista debe lograr un cauce para intervenir en la política real. No sé si la presidencia del Parlament ofrecería un valor suficiente para Junts, caso de que ERC se incorpore al tripartito o apoye a Illa desde fuera.

Pero la peor carta para Illa vendría de que Ezquerra se uniera a Junts y a la CUP para reivindicar los 59 escaños independentistas, sin contar con la extrema derecha catalana para oponerse a los 48 del PSC y Comuns, ya que entonces tendría que depender del PP con 15 diputados, lo que no parece admisible, por más que Dolors Monserrat haya dejado caer que no le harían ascos a esa llamada. Tampoco se sabe bien qué harían los 13 votos restantes de las extremas derechas, aunque no procede ni tomarlos en consideración.

A pesar de todas las dificultades objetivas del caso, lo lógico sería buscar un entendimiento básico entre las cuatro fuerzas que están implicadas en la mayoría parlamentaria que gobierna en el estado y, sin depreciar la fuerza conseguida por cada una el 12M, encontrar un modus vivendi para que exista una coherencia política entre la continuidad del Gobierno de coalición progresista en Madrid y una gobernabilidad plural igualmente en Cataluña que explore un grado de consenso indispensable para garantizar una legislatura viable y positiva para la ciudadanía, reuniendo tanto la respuesta efectiva a los problemas sociales, económicos y estructurales, como al marco jurídico-político practicable y aceptable mínimamente para todas las partes.

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