Díaz Zapico, un asturiano en Nigeria: "Nadie se iría de Asturias si tuviera un buen trabajo bien pagado" - La Nueva España

Asturias exporta talentos

Díaz Zapico, un asturiano en Nigeria: "Nadie se iría de Asturias si tuviera un buen trabajo bien pagado"

"Somos muy conformistas, nos han puesto el presente y el futuro muy difícil y nadie pone el grito en el cielo y trata de cambiar las cosas", afirma el ingeniero industrial desde África

José Ramón Díaz Zapico, en su lugar de trabajo.

José Ramón Díaz Zapico, en su lugar de trabajo. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

JOSÉ RAMÓN DÍAZ ZAPICO (Nigeria). Nacido en Mieres en 1976 y criado en Oviedo, José Ramón Díaz Zapico es ingeniero industrial y lleva 20 años de carrera en el campo del petróleo y el gas, trabajando en cinco países de cuatro continentes. Es jefe de seguridad de procesos (prevención y mitigación de incendios y explosiones industriales) en Nigeria LNG, gran empresa suministradora de gas licuado, cuya planta de licuefacción vende buena parte del gas líquido a España.

En Nigeria, a más de 4.000 kilómetros de distancia, trabaja como jefe de seguridad en una gran empresa de gas licuado el ingeniero industrial mierense José Ramón Díaz Zapico. Lo que hace le gusta y "me satisface ya que dedico todo mi esfuerzo a asegurar que mis compañeros vuelvan sanos y salvos a casa, y a proteger la propiedad y el medio ambiente frente a accidentes graves industriales".

Pero no es lo que quería ser de pequeño: "De hecho, nunca tuve una vocación muy marcada. Como se me daban bien la Física y las Matemáticas, cuando llegué a COU y tuve que plantearme qué carrera hacer, decidí matricularme en Ingeniería Industrial. Si bien estuve a punto de hacerlo en Física porque mi profe de COU, Armando Mendoza, consiguió que la asignatura me encantase, supuse que como ingeniero podría tener más salidas laborales. Después, el hecho de terminar especializándome en seguridad en la industria petrolera y gasista fue un cúmulo de circunstancias y decisiones que me han traído hasta aquí y me encuentro muy satisfecho con mi carrera hasta ahora".

Su primer viaje más allá de Pajares fue "el viaje de estudios de octavo de EGB, y me impresionó no ver montañas en el horizonte y darme cuenta de que, aun con mi nivel básico de inglés, podía tener una conversación decente para tratar de ligar con unas guiris en Salou... Como profesional, fue un curso que fui a dar en Carboneras (Almería) a unos operarios de grúa de Endesa cuando trabajaba en CTAI, una empresa de Gijón. Y lo que me marcó, además de hospedarme en un hotel al lado de la playa desde donde escuchaba el ruido del mar desde mi bungalow, fue que, a pesar de ser un chaval con muy poca experiencia, conseguí que los operarios se mostrasen interesados en el curso, que participasen y no se me durmiesen después de comer, y que lo pasaran bien durante aquella semana a la vez que aprendieron cosas nuevas".

Caprichosa memoria: "Hace años, en el comedor de la planta de gas en la que trabajaba en Omán, pusieron un postre con un toque de alguna esencia que no identifico pero que no había vuelto a sentir desde que iba al colegio en Oviedo y compraba bizcocho en una pastelería que se llamaba la Guillermina. Inmediatamente, con aquel primer bocado en Omán, se me vino el recuerdo a aquel bizcocho que me gustaba tanto...".

Apunta que "si bien en Asturias tenemos industrias donde la seguridad de procesos es relevante, no es un campo en el que, por el momento, haya mucha oferta laboral. Lo más probable es que se termine trabajando fuera. Pero sí que es una especialidad relativamente joven, con demanda creciente y con muy bajo desempleo. Para ser un ingeniero competente en seguridad industrial, además de la formación académica en ingeniería química o mecánica, es necesario pasar unos años trabajando en planta, que es donde pasa la acción, no solo en oficina".

Un momento crucial fue "cuando trabajaba en una refinería en Argentina; dos chicos más jóvenes que yo murieron por una explosión en un equipo que estaban preparando para que yo entrase a inspeccionarlo. Eso definitivamente influyó en mi paso posterior a la seguridad de procesos. Un obstáculo al que me tuve que enfrentar fue cuando nos mudamos a Holanda en 2012 y tuve que empezar a hablar inglés tanto en el trabajo como fuera todo el día. Llevaba sin usarlo desde el instituto, y no fue fácil pasar de cero a cien. Además, en mi empresa había holandeses, ingleses, sudafricanos, indios... todos con sus acentos respectivos. Pero esto me ha permitido terminar hablándolo fluidamente, lo que me ha abierto nuevas oportunidades laborales y me ayuda a viajar por medio mundo con la confianza de que puedo comunicarme ante cualquier problema. Otros obstáculos u oportunidades son que me he tenido que enfrentar varias veces a cosas nuevas, ser pionero en hacer ciertas tareas o trabajar en determinadas circunstancias. Si bien asusta y te obliga a tener que estar constantemente aprendiendo, te sirve para darte cuenta de que al final lo que parece imposible no lo es. Además, lo que aprendes de esa manera, haciéndolo tú mismo y no leyéndolo o viéndolo en otros, no se te olvida nunca".

Sin embargo, lo que más le ha enriquecido "como persona de mi trabajo ha sido poder vivir en varios países y visitar muchos otros. Incluso mejor que eso es conocer gente de medio mundo, trabajar con ellos, compartir mesa, risas, experiencias... Eso es impagable. Y para mis hijos, aún mucho más, ya que han vivido todo eso desde la cuna".

Su experiencia le dice que en el extranjero "prácticamente nadie conoce Asturias. Como mucho, les suenan los nombres de los equipos de fútbol y Fernando Alonso. La veo después de muchos años fuera con pena. Una tierra con mucha historia, que fue una región importante en España en la época del apogeo del carbón y que no ha sabido reconvertirse exitosamente. Nadie se iría de Asturias si pudiese tener un buen trabajo y bien pagado. El paisaje, la calidad de vida, la gente, la comida... incluso el clima a pesar de la lluvia. Tenemos casi todos los ingredientes para ser un polo de atracción y retención de talento. Incluso las infraestructuras son muy buenas. Pero somos muy conformistas, nos han robado dinero de los fondos, nos han puesto el presente y el futuro muy difícil, y nadie parece tomárselo en serio, poner el grito en el cielo y tratar de cambiar las cosas. Falta espíritu emprendedor, alma de empresario. El asturiano medio aspira a conseguir un puestín en la Administración y a vivir el resto de la vida sin muchos agobios, en lugar de tomar riesgos, apostar fuerte, e intentar superarse cada día. Somos cómodos, en general. Y si alguno no lo es, en general, en lugar de emprender prefiere emigrar".

Esto solo se puede cambiar "si ya desde la escuela, a edades tempranas, nos inculcan ese espíritu emprendedor, de excelencia, y dejamos de demonizar a los empresarios o la gente que quiere destacar, ser los mejores en lo suyo y, por qué no, hacer dinero".

Lo que podemos exportar de Asturias: "Nuestra hospitalidad, nuestro carácter amable, nuestra honestidad, el amor por nuestra tierra y la seguridad de nuestras calles. En España en general somos bastante flexibles y empáticos, y eso ayuda a la hora de adaptarse a un país o entorno nuevo".

¿Referentes? "Siempre hemos sido una familia bien avenida, feliz, y eso creo que ha influido mucho en mi personalidad. Un consejo que me ha servido es que siempre trate de, ante la duda, tomar el riesgo, hacer las cosas. Que es mejor lamentarse porque algo te ha salido mal que por no haberlo hecho. Una persona a la que admiro es a Rafael Nadal, por su capacidad de lucha y sacrificio, por saber adaptar su juego a su condición física durante 20 años y por su respeto al rival".

Imaginemos que recorremos esos cuatro mil y pico kilómetros que separan a Asturias de Nigeria para un día perfecto. "Escenarios hay muchos, podría darte 365, uno para cada día del año. Por ejemplo, un día guapo de verano en Ribadesella, junto a mi mujer e hijos, en la playa y comiendo una buena parrillada de pescado y marisco junto al puerto regada con sidra con etiquetina".

Comparte Díaz Zapico varios rasgos asociados habitualmente al carácter asturiano: "Ser bonachón y confiado con las personas, aunque las acabes de conocer; sentirme muy asturiano, hablar de la tierrina a los forasteros en cuanto tengo la oportunidad, o emocionarme al escuchar el ‘Asturias, patria querida’ o al cruzar el Negrón".

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