Cannes 2024/Estrenos: crítica de «Furiosa: de la saga Mad Max», de George Miller

Cannes 2024/Estrenos: crítica de «Furiosa: de la saga Mad Max», de George Miller

Esta precuela de «Mad Max: Fury Road» se centra en el personaje de Furiosa, interpretado en su juventud por Anya Taylor-Joy como una joven que quiere vengarse de quienes le arruinaron la vida. Con Chris Hemsworth y Tom Burke. En cines: jueves 23 de mayo.

A los 79 años, George Miller dirige como si tuviera 50 años menos. No solo no parece un director reflexivo, de esos que se ponen más sesudos con la edad, sino que cada una de sus películas parece más kinética que la anterior. No para un segundo, no se detiene, casi no tiene cortes para respirar. No se puede hablar de escenas o secuencias de acción en su saga MAD MAX porque eso es lo que son de principio a fin. Sí, es cierto, hay algunos pocos momentos en los que la película baja un cambio y engrosa su trama, pero suelen ser los más problemáticos. Cada discurso en FURIOSA podría evitarse. Cada voz en off explicativa, sobra. Es una película sobre el hecho de moverse, de sobrevivir, de recorrer lo que queda del mundo tratando de avanzar, superar traumas, vengarse o, simplemente, escaparse de algún bólido que te está persiguiendo.

Tras cinco películas, la saga MAD MAX puede tener sus complicaciones para los novatos, pero de acuerdo al credo de Miller el pasado no importa. O no importa mucho. Sí, FURIOSA es una precuela que explora precisamente el pasado del personaje interpretado por Charlize Theron en FURY ROAD, pero no es más que una excusa para montar todo otro circo de personajes ambulantes recorriendo el desierto como LAWRENCE DE ARABIA en speed. Sí, estamos en un mundo post-apocalíptico. Sí, hay peleas por los recursos naturales. Sí, hay bandos enfrentados entre sí. Y también asuntos personales por resolver. Pero en MAD MAX importa menos eso que la lógica espacio-temporal: ver cómo todo eso se expresa en forma de acción, de movimiento, de coreografía de balas, autos, motos, trenes, camiones y personas.

Furiosa (Anya Taylor-Joy la interpreta recién llegando la hora de empezada la película, antes la encarna la niña Alyla Browne) vive con su familia en un sector todavía idílico de ese mundo apocalíptico, pero es secuestrada por una de estas bandas de enmascarados gangsters que se la llevan de ahí. Pero no es fácil, porque Furiosa los pelea con pies y dientes (tiene solo 10 años) y, más que nada, porque su madre los persigue a todos en una moto y logra complicarles mucho la tarea, generando además la primera gran secuencia plena de acción del film.

Furiosa termina atrapada en el dominio de un tal Dementus (Chris Hemsworth en plan «más grande que la vida»), que maneja a todo ese ejército de sanguijuelas. La chica hará todo lo posible por escapar de ahí pero no será nada sencillo. En un film dividido en episodios, pronto la chica –todavía niña– se incorporará al grupo de mujeres que tiene Inmortan Joe (Lachy Hulme) bajo su control y otras amenazas la harán escapar de ahí. Amenazas que, obviamente, Miller registra a toda velocidad, en un combo acelerado de espacio y tiempo que no le permite a Furiosa siquiera completar una frase. Debe ser una de las protagonistas con menos diálogo en la historia del cine, descontando las de la época muda…

Ya de adulta (la «argentina» Anya cumple su rol a la perfección en un papel que no está hecho para el lucimiento actoral clásico) se unirá al conductor Pretorian Jack (Tom Burke), cambiará una y otra vez de aspecto, transportará materiales preciosos siendo perseguida por diversos grupos de violentos matones (hay algo de SORCERER en la saga) y tendrá entre ceja y ceja vengarse de Dementus, mientras los recursos escasean, las guerras se intensifican y los vehículos van de un lado a otro empujándose entre sí como «autitos chocadores» a 300 kilómetros por hora. Si bien acá la pirotecnia es un tanto menos grandilocuente que en FURY ROAD, no por eso deja de ser atrapante. Al contrario, su control la torna un poco más realista, si es que aquí se puede usar ese término.

Lo raro de FURIOSA –o casi de toda la saga MAD MAX— es que funciona casi a la inversa de la mayoría de las películas de acción. En el cine espectáculo contemporáneo las tramas se entienden porque se las explican mil veces pero las escenas de acción son un caos geográfico incomprensible. En el cine de Miller pasa al revés: a veces las tramas se vuelven confusas (los acentos, viéndola sin subtítulos en Cannes, son por momentos incomprensibles) y es difícil saber quién quiere qué, pero la acción es clara como el agua. Cada movimiento, cada cuerpo, cada disparo tiene su lógica espacial afinadísima.

Lo cual genera un efecto inverso al del cine de espectáculo contemporáneo. Cuando uno ve en una película de, digamos, Marvel, una escena de acción interminable termina agotándose por lo confusas que son, y uno prefiere que acaben pronto y que pasen a otra cosa, cualquiera que sea. En la saga MAD MAX es todo lo contrario: lo que tienen para decir los personajes más que aclarar oscurece, pero lo que Miller tiene para mostrar limpia y corrige los pifies del drama. En «la cancha se ven los pingos», diría una popular frase argentina. Con Miller pasa eso. Nadie sabe muy bien cuál es su secreto, pero una vez que pone las cosas en movimiento funciona como el Pep Guardiola del cine de acción y aventuras.