EL RINCÓN DEL POLVOSO DE VALDECABRAS Y SUS DINOSARIOS CON NIEVE

 Este mes de marzo del 2024 por Cuenca cayeron una nevadas un poco locas, de esas tan imprevisibles que uno al principio no se creia que fuera a nevar. Coincidiendo que un dia de esos caía en sábado le dije a mi hermano pequeño de irnos al monte, que parece que iba a nevar. En Cuenca ciudad amanecimos con una ligera enfarinada blanca avisando que si fuera un poco a mas, podría engalanar la ciudad como esas veces en años anteriores en las que el blanco elemento convertía la ciudad en una postal excelsa, como ya os he enseñado alguna vez. Muy pronto dejó de nevar y  mi plan inicial era subir a la sierra alta dónde seguro que la ligera enfarinada se convertiría en unos cuantos centímetros de nieve.

Y, como ya he visto otras veces, nada más que llegamos al valle de Valdecabras vimos que por allí había mucha nieve. Esos 150/200 metros de altitud del pueblo respecto de la capital hace muchas veces que haya una diferencia de nada de nieve a bastante nieve. ¡Qué caprichosa se vuelve la nieve! y en estos tiempos de calentamiento global más todavía. En ese momento, me entró la cautela y me dije de hacer una ruta conocida por mí, ya que la nieve ocultaba las sendas y parte del paisaje. Además, queríamos volver pronto a casa ya que por la tarde jugaba el Atlético de Madrid. Como mi hermano no conocía el Rincón Grande del Polvoso, y esos conjuntos pétreos que yo llamo los dinosaurios y el rincón de Narnia, me dije de andar por allí.



Y fue una idea estupenda, pues, como veran en las fotos, disfrutamos de un paisaje de cuento, de una nevada muy extraña, en el sentido que no hacía el frío que se supone que hace con este tipo de meteo. La nieve era tan blanda que solo con soplarla se caía de las ramas. Eso no fue obice para disfrutar como lo hicimos los dos hermanos, llegando a la vuelta al coche bien calados, sobre todo mi hermano. Maru en esta ocasión estaba de viaje fuera de Cuenca, y en casa nos esperaba una ristra de ricas cervezas y un arroz de verduras que me salío increiblemente rico. 

Luego, como tantas otras veces esta temporada, el Atletico de Madrid nos regaló otro partiducho aburrido con un empate marca de la casa, contra uno de los últimos equipos la 1ª división de la Liga; aunque mi hermano y yo nos lo pasamos en grande despotricando y no dejando títere con cabeza, entre cervezas y patxaranes.

Por último, habra fotos que no comentaré y dejaré que la nieve lo haga por mi.


Dejamos el coche en la carretera, y nos metemos al monte, siguiendo por ahora el curso del arroyo que viene del Rincón del Polvoso.

                                               Esto está de un aspecto maravilloso.

         La nieve era tan blanda y húmeda que calaba más, por lo que el frío no era tanto.

                    Por ahora tenemos un viejo carril que nos vale para evitar las cargadas ramas.

             Este puente de piedra nos dice que este arroyete ha bajado siempre con agua.


  Más adelante se ven antiguos campos de labranza que con el manto blanco ganan en belleza.

                 Nosotros los evitaremos, yendo por estos robles que están engalanados.

                                             Empezamos a subir paulatinamente.

                 Y en cuánto empieza la vegetación, comienza el espectaculo visual.




                                  Vamos dejando abajo el Rincón grande del Polvoso.


          Ven que ese viejo carril, ahora en ascensión, se convierte en una ancestral senda, por la que baja agua.





                         En mitad de la ladera está la culpable de que corra agua por la senda.


                                                                       La Fuente del .......

Los robles nos van duchando de nieve blandita, como si fuera caspa, sobre nuestros hombros.

                                       Se mitiga la pendiente mediante lazadas.

                   Seguía nevando y las finas ramas iban cogiendo más y más nieve.

               No estoy acostumbrando a ver esta nieve que con un ligero soplido se cae toda.




                                         Este paso con piedras salva el último corte rocoso.

                               En esta foto con Paco se puede ver mejor desde esta óptica.

                                       Nos encontramos en la parte superior de la muela.

                                                      El paisaje cambia ostensiblemente.

                               De los bordes de la muela caen chorreras de agua.

                                   Arriba el entorno se vuelve más maravilloso todavía.

                                                         Ahora nos metemos en el pinar

                               Hasta que llegamos a donde los enormes Diplodocus.

             Mi hermano calibra su tamaño mientras la nevada arrecia por momentos.


                                          Foto muy parecida a la de la portada.




                           ¡Qué buen maridaje hacen la roca caliza conquense y la nieve!

              Damos la vuelta al 2º dinosaurio, que vemos que también tiene una ventana.

                                                   A la que me subí en otra ocasión.

Este dinosaurio tiene adosado una tiná pastoril, conocida por Valdecabras como Corralizas que a mí siempre me recuerdan a una película....


No sé si recuerdan una secuencia en la que Arnie, aka Conán el Barbaro, entra en una tiná que es el chamizo de una bruja que quiere fornicar con él (y hechizarlo) y él sale de allí espantado; pues podría ser perfectamente esta corraliza, y si no es, muy lejos no estará.


En la puerta de la tiná vemos este curioso dibujo realizado a navaja y posiblemente hecho por el pastor original.

Su interior nos permite descansar de la ventisca y la nieve y comernos unos frutos secos secos, valga la redundancia.

Detalle de su construción, con los troncos aguantando sabiamente el paso de pastores, brujas, bárbaros y senderistas.

                Es un alivio momentáneo encontrar este tipo de refugios en días de nevadas.


                                                    Nos metemos otra vez en el bosque..

                                                           Para buscar recovecos chulos.

                                                                   Grietas y oquedades.

                                                              Y perspectivas diferentes.

                                     Volvemos a los bordes del Rincón del Polvoso.

                                                              ¡Y dale con los piedruscos!

En una de estas nos apartamos del borde para explorar, y nos topamos con esta especie de pasillo rocoso.

                 Que viene a terminar en esta entrada/puerta con forma de círculo perfecto.

Dentro vemos que es una habitáculo cerrado por todos los laterales y murete de aprisco pastoril en la entrada.

              El techo es otro círculo más grande por el que entra la luz, la hiedra y la nieve.

                                  Sitio ideal para comer sin que nos caiga nieve y aire.

Porque John Millius, el director de Conán, no conoció este lugar, si no, habría hecho rodar una secuencia en este curioso refugio natural.

                                     ¡Cómo me gustan estos peculiares lugares!

                         Vamos a intentar bajar a lo que yo llamo el rincón de Narnia

                                           Vamos llegando a su conjunto pétreo.


                                                               Mismo lugar en otra ocasión. 

Detalle de parte de ese paraje. Pero no nos estuvimos apenas, ya que mi hermano, tras llevar ya mucho rato aguantando la nevada y la extrema humedad del día...

Iba calado hasta los huesos, y temía que terminara cogiendo frío y un catarrazo como mal recuerdo; por lo que nos volvimos sin explorar más.


             Pueden ver los copos que caían como pequeños algodones, todo muy despacito.

            Causando un estampas cómo navideñas, con el pinar de un aspecto maravilloso.

             A la vuelta, y para no demorarnos más, fuimos siguiendo nuestras huellas.



        El calor del hogar vino con este arrocito que me curre para mi hermano y para mi. 


Arroz de setas, brocolí, calabaza, pimiento rojo, berenjena y ajetes verdes. Sé de uno en concreto que que ahora mismo está salivando delante del ordenador, jejeje.


De postre, unos pacharanes caseros de la misma Tudela, regalo de Patxi, nuestro querido amigo navarro-benicense.



                                                !Esto ha sido todo. Hasta la próxima!


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