Sin Fernández - La Nueva España

Opinión

Sin Fernández

Un creador altruista de autonomía extrema

Alfonso Fernández, artista plástico, de carácter introvertido y con batería propia, emulando al motociclista Alfonsito Pons (Sito Pons), pero partiendo de Alfonsín con su diminutivo más asturiano, decidió en su madurez tomar como nombre artístico Sin Fernández.

Sin no se consideraba ni engreído ni inmodesto, ni soberbio ni humilde. No valoraba la autoestima como alta o baja sino por el ajuste de cada uno consigo mismo. Lo explicaba de forma muy didáctica: "Si calzas el 42, entonces la autoestima de tus pies requiere unos zapatos cómodos del 42. No envidies a quien calce el 44, ni menosprecies a los del 38, pero siente lástima si alguien del 38 pretende los del 44; necesitará rellenos siempre. Tampoco le des poder al decir del zapatero, por muy importante que parezca su zapatería; al probar los zapatos escucha la razón que tus pies te darán por dentro". Con estas premisas caminaba Sin por el arte y por la vida.

Como daba vueltas a todas las cosas, un día Sin pensó en Con como una literal vuelta de guante, cambiando las afueras por sus adentros y viceversa. Tras esta idea concibió un concurso en exclusiva para él, que le permitiera la ambivalencia de ejercer simultáneamente como juez y parte, ya que, según su parecer, todos los artistas proceden así mientras crean, sin que nadie los cuestione por ello creyéndolos solipsistas.

Publicó las bases, dotó el premio con 54.000 euros (libre de tributos), pero incluyendo la opción de que pudiera quedar desierto. Había reflexionado mucho sobre los fallos de los premios al uso y los jurados, y sin desmerecer en nada a estos, reconociéndoles su saber y autoridad, pensaba que sus criterios sobre lo propio no resultaban menos válidos que los de otros. Decía: "lo subjetivo y lo objetivo no siempre guarda una relación, en este orden, con el antes individual de quien crea y lo que después les parece a los demás. Lo subjetivo del prójimo para juzgar lo creado no se transforma en objetividad sino en promedio contable de lo intersubjetivo (y relativo), pues nadie prescinde de su modo de pensar y de sentir, ni siquiera cuando se busca un consenso; además, una supuesta objetividad, incluso asociada a un carácter científico con mucho conocimiento, sin una implicación personal y singular, llevaría lo artístico a la planicie por su carácter más previsible, tanto en lo creativo como en su interpretación".

Tres años seguidos estuvo presentándose a su premio, y aunque no compitiera con nadie, tras sopesar con honestidad y rigor las obras presentadas, en los tres fallos lo declaró desierto. Lejos de perder el ánimo por ello, Sin Fernández volvió a dar la vuelta al guante para seguir con el habitual ritmo de trabajo, incrementando la colección de sus propias obras, aunque de forma muy favorable, dado que se las adquiría a sí mismo con unos grandísimos descuentos, que no detallamos aquí por respeto a su privacidad.

Este favorecerse de modo autónomo con el doble privilegio de ejercer como creador y autocoleccionista, no le generaba ningún cargo de conciencia, pues, según justificaba, se lo merecía por el mérito de crear como automecenas al cien por cien. De este modo llegó a poseer la mayor colección privada de "Sins", que mantenía abierta a la sociedad acorde con su carácter altruista, igual con donaciones que atendiendo solicitudes de préstamos para exposiciones de importantes museos y centros de arte.

Con 103 años, una mañana soleada del último día de diciembre, Sin Fernández, que además de ejercer como creador panteísta volcado en la naturaleza también practicaba la natación, murió mientras entraba en la mar a consecuencia de un sfumato progresivo que lo disolvió por completo, pero pudiendo despedir la vida a tiempo con una doble donación: dando la espalda a la orilla y los ojos al horizonte. Que las idas y vueltas de la espuma lo acompañen para siempre.

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