Así ha sido la fiesta del Real Madrid: la frase de Rüdiger, la pregunta de Florentino a los niños y el puro de Ancelotti

Fútbol

Así ha sido la fiesta del Real Madrid: la frase de Rüdiger, la pregunta de Florentino a los niños y el puro de Ancelotti

El Real Madrid ha desatado la locura en el centro de la capital. Nacho se ha subido a Cibeles para vestirla con una bufanda y una bandera con el escudo

En una mañana perfecta de primavera, el Real Madrid celebró el título de LaLiga, primero en las instituciones y después, donde más le gusta, por la calles, con un autobús descapotable, hasta llegar al punto de encuentro del madridismo, Cibeles, que desde muy pronto se convirtió en una discoteca al aire libre, con música y fiesta a la espera de que llegasen los campeones de LaLiga y, por ahora, finalistas de la Champions.

«El Real Madrid es símbolo de éxito, de triunfo, de los valores de la constancia, de soñar a lo grande, de altas miras y de triunfo sin complejos. No hay más criterio para ser fichado por este equipo que ser el mejor», decía Ayuso, en la primera parada del equipo blanco en la Comunidad después de haber recibido el trofeo en Valdebebas. Fue Pedro Rocha, el presidente de la Federación, quien puso fin al despropósito de la entrega del trofeo yendo a Valdebebas y marcó así el punto de comienzo de la fiesta del madridismo durante toda la mañana del domingo. «Comprar una entrada para el Bernabéu es un dinero bien invertido y garantía de espectáculo y buen deporte. El Madrid continúa brillando como ha hecho siempre. Gracias por tanto. Enhorabuena, Real Madrid. ¡Cómo no te voy a querer!», acabó Ayuso su discurso después.

De la Comunidad, el autobús, aun techado, del Real Madrid, fue al Ayuntamiento, a celebrar LaLiga con Almeida, el alcalde de la ciudad y rojiblanco. Almeida fue muy elogioso con el club: «Nos acompaña el presidente más laureado de la historia del Real Madrid y el 36º título de Liga, que ha sido extraordinario», empezó. «En el deporte lo difícil no es ganar alguna vez, es ganar tanto y que uno no se relaje y no se aburra de ganar. Ese es el mérito de estos jugadores. Jamás se rinden, siempre quieren ganar y son un ejemplo para todos nosotros y para mí, que espero que vuelvan en tres semanas. Enhorabuena porque sois el orgullo de la ciudad de Madrid».

Florentino empezó su discurso haciendo una pregunta a los niños que estaban en el Ayuntamiendo. «Niños, ¿quién va a venir?». Y la respuesta de los niños ya se la sabía el presidente blanco: «Mbappé», fue el grito unánime.

Porque fue una fiesta en la que se celebró el título de LaLiga, pero que tuvo también una mirada en el futuro. Mbappé, por supuesto, con esa pregunta de Florentino tan definitiva, pero también y sobre todo, en la final de la Champions. En el balcón de la Comunidad hablaron Nacho y Modric y Rüdiger («Aquí está el loco», gritó el alemán) y un poquito Kroos, que para estas cosas luce una timidez inesperada. «Nos vemos otra vez después de la final», aseguró el alemán, breve, pero contundente acerca de lo que puede pasar tras el partido de Londres.

El pase a la final también dio paso a la fiesta por las calles de Madrid con mucha más alegría. Cibeles se llenó enseguida, cuando los futbolistas aún cumplían con sus deberes institucionales. Pero la fuente, el destino de la fiesta, era ya una discoteca al aire azul de Madrid. Por LaLiga ganada, pero también por la esperanza de la Champions que se puede conquistar en un par de semanas.

Fue después del Ayuntamiento cuando los jugadores se soltaron, por fin. Se quitaron la chaqueta, se pusieron las camisetas del equipo, cambió el autobús, se descapotó y arriba, con música y gafas de sol comenzó la fiesta de verdad, la buena.

Fue Carlo Ancelotti quien dio el punto de partida cuando cogió el puro que le dio su hijo Davide y se puso la gafas de sol para hacerse la foto icónica de las celebraciones. La de hace dos años que se hizo viral. La repitió así el técnico, como había prometido.

Muy lentamente, sin ninguna prisa, el autobús llegó a Cibeles, donde la gente no se había cansado, al revés, quería más. Sonaron los clásicos cantos madridistas y Nacho saludó a todo el mundo. Vini pidió que se quedara y todo el mundo le acompañó, como hicieron con Modric y Kroos. Tchouameni demostró que puede ser un gran compañero de fiestas, mientras Rüdiger se mantenía en segundo plano, porque ya antes había dicho, en la Comunidad: «Aquí está el loco».

Como el resto de la temporada, Ancelotti puso a todo el mundo a bailar yla fiesta terminó a lo grande, con un emocionado Nacho subiendo a la Cibeles y poniéndole una bufanda y una bandera del Real Madrid. Y quizá diciéndole: «En unos días nos vemos». No hay mejor declaración de amor.