Acciones vergonzosas desde el poder

Las recientes acusaciones dirigidas hacia la vicepresidenta Verónica Abad no solo generan consternación, sino que también contribuyen a la creación de un tejido que desalienta la participación política no solo de la mujer sino de cualquier individuo. Este hecho cobra relevancia en un momento en el que Ecuador y Latino América conmemoraun hito significativo en la participación política de las mujeres: el centenario del voto de Matilde Hidalgo. Parece que fácilmente se olvida que este acontecimiento, que marcó el inicio de la participación pública de las mujeres en política, también nos exige recordar otro logro tan importante en el Ecuador como es el de la paridad de género en procesos electorales.

El pasado octubre, el país eligió a su presidente y vicepresidenta, cumpliendo así con el requisito de representación paritaria exigido por ley. Sin embargo, hasta la fecha, el presidente Noboa no ha permitido que la Vicepresidenta ejerza sus funciones con la tranquilidad debida. Desde su «exilio» a Israel, el tratamiento recibido como parte del personal diplomático evidencia una falta de consideración hacia la dignidad de un cargo obtenido mediante el voto popular. Esta situación es especialmente preocupante debido a los desafíos inherentes a la misión encomendada, la misma que busca contribuir a la paz en Israel pero que descuida los problemas locales para los que la vicepresidenta fue elegida, siendo además objeto de exigencias como reiterados informes detallados sobre su desempeño.

Ahora, nos encontramos frente a un nuevo episodio: la acusación pública por parte del consejero Guarderas de realizar campaña anticipada. Es importante señalar que estas acusaciones son admitidas por él mismo como incumplimientos comunes a todas las candidaturas, incluso la de su propio compañero de fórmula, pero que ha decidido dirigir la acusación específicamente hacia Abad. Estas acciones vergonzosas por parte de un sector del poder empañan la celebración de la participación de la mujer en la política. A pesar de los avances logrados, las mujeres siguen siendo vulnerables al acoso, hostigamiento y maltrato público simplemente por no coincidir con las ideas de quienes ostentan temporalmente el poder.