“Leo unos 100 libros al año” – .

“Leo unos 100 libros al año” – .

“Leo unos 100 libros al año” – .
“Leo unos 100 libros al año” – .

“Leo unos 100 libros al año”

La tasa de lectores entre 14 y 24 años alcanza el 74%. Eso dice el barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2023. Y en parte se debe a Raquel Brune (Madrid, 1994), una bookfluencer que cuenta con una comunidad lectora de más de 800.000 seguidores en nueve años. Hace cinco años se lanzó a escribir, publicando la primera parte de una saga de fantasía urbana, Brujas y Nigromantes.

–Ha hecho todos los esfuerzos posibles para borrar los rastros de su identidad. Ni siquiera el apellido es real.

–Lo tomé prestado de un bulevar de París. Me ayuda más a mantener mi privacidad que a contar cosas intrascendentes. Mi recomendación es poner límites a lo que compartimos. Por tanto, queda un aura de misterio.

–Pero, ¿de qué tetera salió?

–[Ríe] Mi madre se sentaba a leer conmigo desde que era muy pequeña, pero siento que también influyó pertenecer a una generación marcada por booms como Harry Potter, Crepúsculo o Los juegos del hambre, que desencadenaron el fenómeno fan.

–Muchos se quedaron con esos títulos.

–Seguí explorando. Si bien de niño me influyó Memorias de Idhún, de Laura Gallego –bajo su influencia, a los 12 años escribí una novela–, de adolescente descubrí clásicos como Orgullo y prejuicio, El retrato de Dorian Gray, Dr. Jekyll y Sr. Hyde. .. Fui la única niña que se refugió en su mundo, hasta que un día decidí compartir mi interés y vi que había mucha gente a la que le gustaba descubrir libros.

–¿Cuántos libros has leído?

–¡Oh, no lo sé…! Leo unos 100 libros al año.

–Me contarás por qué estudiaste Publicidad y Administración y Dirección de Empresas.

–Vengo de una familia normal y las carreras creativas, por mucho que te emocionen, son arriesgadas. No sabía qué hacer con mi vida y sentía que mi deber era seguir formándome.

–Obtuvo honores en matemáticas empresariales.

–Y en contabilidad analítica, un 10. Los profesores me dijeron que me dedicara a la investigación fiscal y contable. Empecé a trabajar en agencias de comunicación y me estaba asfixiando. Necesitaba darme la oportunidad de ver hasta dónde podía llegar escribiendo. Entonces mi mundo se detuvo. Lloré mucho.

–¿Es por eso que, además de libros, en tus vídeos hablas de gestión de emociones?

–Me pongo del lado de la hermana mayor. Me siguen personas quizás unos años más jóvenes y que atraviesan crisis existenciales como la mía. La presión autoimpuesta es muy común y les digo que está bien sentirse perdido y que los libros son un refugio.

–¿Qué tipo de crisis ha atravesado?

–Muchos de los que nos refugiamos en la cultura y el arte volvemos a casa atormentados. Durante mucho tiempo no supe cómo llamarlo. Luego descubrí que tal vez era ansiedad o depresión. Además, COVID afectó enormemente mi salud mental.

–¿Usted lo padeció?

–Me cogí el virus muy temprano, cuando nadie sabía nada. Estaba muy mal, no podía ir al hospital porque no había adónde ir. Mi juventud me protegió, pero fue una experiencia muy traumática. Me tomó cuatro años volver a ser lo que era antes de la pandemia. Quizás por eso la lectura y las series han atraído a muchos jóvenes, obligados a vivir la vida en confinamiento.

–¿Cuándo empezó a sentir alivio?

–Cuando la agencia Antonia Kerrigan confió en mí. Me concentré en escribir. Cuando publiqué el primer libro sólo tenía 70.000 seguidores en las redes sociales. Estar en Instagram y YouTube es un impulso, pero no es garantía de éxito. Siempre hay quien dice: “Vaya, otra bookfluencer que publica, seguro que su libro es una mierda”.

–También hay colegios que recomiendan sus cuentas.

–Es un poco surrealista: estás solo en casa, recomiendas un libro que te encantó y los profesores te escriben diciéndote que han reproducido mis vídeos en clase. ¡Guau! La lectura se ha convertido en algo muy social: ir con amigos a hacer cola para firmar y merendar, intercambiar lecturas…

–Además, vas por las librerías dejando regalitos entre las páginas.

–Es una forma de devolver una parte del amor que recibo. Los escritores somos un poco como hadas: necesitamos que la gente crea en nosotros o morimos.

–Está al borde de los 30, Raquel.

–Y he publicado una novela gótica para adultos, Oscura es la noche, pero eso no quita que me haya puesto seria. No hay razón para renunciar a la fantasía.

–Dime uno de los tuyos.

–Tengo momentos lulú en los que pienso: “Qué chido sería que hicieran una serie de uno de mis libros”. Pero en estos últimos cinco años he aprendido que la ambición es buena siempre y cuando los demonios no te arrebaten. Si sigo como ahora, basta.

 
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