De la pasión al dolor en los autorretratos de Frida Kahlo

De la pasión al dolor en los autorretratos de Frida Kahlo

Para Frida el autorretrato es una creación profundamente íntima que “desnuda” al artista ante sí y el mundo.

De la pasión al dolor en los autorretratos de Frida Kahlo (Ruth Vigueras)

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A lo largo de la historia del arte, el cuerpo ha sido forma de inspiración, capaz de expresar conceptos de belleza y de deseo. Inclusive, logró ser fuente de investigación científica, valiéndose de la anatomía artística para la representación de la figura humana y su morfología. Formas e ideas que con el paso del tiempo se han modificado respecto a la investigación sobre la subjetividad y la estructura social que lo conforma. El cuerpo visto dentro del arte contemporáneo, se observa como construcción ideológica, por ello, desata la reflexión sobre identidades y planteamientos, partiendo desde lo femenino, a lo viril, a lo andrógino; cualidades que permiten construir interpretaciones que hoy van más allá de lo corporal.

Frida incursionó en el autorretrato como una forma artística, pero también de autoconocimiento.

Frida incursionó en el autorretrato como una forma artística, pero también de autoconocimiento.COLECCIÓN PRIVADA, CORTESÍA DE LA GALERÍA AVRIL, MEXICO CITY/ ALBUM.

En ese sentido, la obra pictórica de Frida Kahlo y su vida cotidiana se adelantan a su tiempo, en disciplinas artísticas y teorías contemporáneas como la performance, artivismo, teorías queer, feminismo de género, arte y archivo. Su arte nos confronta ante un espejo que refleja dolor, pasión, violencia, muerte, amor, sexualidad y belleza. Sensaciones que están presentes desde tiempos remotos. Por eso es la riqueza de su obra, compuesta de múltiples facetas y exacerbada sensibilidad, plasmada en su estremecedora y delicadamente abyecta pintura, donde sus autorretratos dan cuenta de su vida y de su corporalidad performática.

Frida construye una identidad que va más allá de lo corporal, en principio conformada por su sexualidad biológica y que desde ahí busca una nueva representación ideológica, enmarcada en un contexto social hegemónico. Situémonos en la sociedad mexicana de principios de siglo XX que se encontraba pasando por una transición: de una sociedad tradicional a una sociedad industrializada, en donde la mujer mexicana seguía desempeñando un papel convencional recordemos que se le concedió el derecho al voto y a ser sufragada el 17 de octubre de 1953, casi un año antes del fallecimiento de Frida (13 de julio de 1954).

La vida rural se transformaba en urbana, y los primeros comunistas hicieron su aparición en el escenario nacional. Kahlo se hizo eco de los muralistas empeñados en rescatar lo auténticamente mexicano, en donde su idiosincrasia se ve reflejada con orgullo. Una estética enraizada con su historia mestiza, que se entremezcla con el manejo del color exuberante de sus bodegones y el uso del collage pictórico. Otra característica de su obra es el toque de humor negro de la gráfica mexicana y la inclusión de textos al estilo de los exvotos de las iglesias mexicanas. La herencia artística fue eminente, y las poses rígidas de sus cuadros se deben a la influencia fotográfica de su padre, quien también le dejó el legado del arte de la documentación y el archivo, visto de forma cronológica en sus pinturas y en su diario.

Los elementos utilizados por Frida, sin duda, se enmarcan dentro del lenguaje contemporáneo de las artes visuales. Su vida fue una constante lucha sin cuartel contra los convencionalismos de la época, hechos que fueron plasmados en las autorrepresentaciones de su cuerpo femenino, masculinizado y andrógino. El cuerpo de la joven artista se ha convertido con el paso del tiempo en un signo que cuestiona determinadas maneras de organizar y concebir los códigos, en la actual postura deconstructiva de la sociedad mexicana.

Goya, “Autorretrato” (1815) izquierda, Van Gogh, “Autorretrato” (1887) derecha.

Goya, “Autorretrato” (1815) izquierda, Van Gogh, “Autorretrato” (1887) derecha.ART INSTITUTE OF CHICAGO

Del autorretrato a la autobiografía

En un despliegue de lo privado a lo público, el cuerpo de Frida se convierte en su soporte artístico y recurso reflexivo, al plantear amplios problemas sobre el amor, la enfermedad, el aborto, la muerte y la identidad femenina. Sus autorretratos narran su vida y su entorno sociocultural. Su cuerpo se convierte en metáfora viva del placer por la existencia, del dolor amártico, de su patria querida. Sus retratos se tornan autorrepresentaciones concebidas como imágenes autorreflexivas y de autoexploración fisonómica, inscritas dentro de un espacio autobiográfico.

Conceptos que se contraponen con las representaciones hechas de piedra o mármol de la antigüedad, exclusivas para los dioses, faraones y emperadores, por civilizaciones como la mesopotámica, índica, china y precolombina, por mencionar algunas. En el renacimiento, los autorretratos se convirtieron en un género artístico como autoafirmación del pintor. Un caso peculiar es el de Rembrandt (1606- 1669), por la cantidad de pinturas de este tema realizado a lo largo de su vida: 40 pinturas y 30 estampas. Para el romanticismo se hace hincapié en la subjetividad personal, la exaltación de los sentimientos y, por supuesto, las pasiones, todas ellas vistas como una reacción al intenso racionalismo. De ese periodo podemos mencionar a Francisco de Goya (1746-1828) con alrededor de 12 autorretratos elaborados. En el posimpresionismo, Vincent Van Gogh (1853-1890) se caracterizó por representar su realidad abrumadora con 43 autorretratos.

Los autorretratos de Frida se inscriben dentro de un contexto de ruptura en el paradigma de las artes; al adquirir un carácter subversivo que rompe con la mimesis al mostrar su actitud ante el mundo y su postura frente al arte, en palabras de Kahlo: “Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola. Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco”. Un despiadado narcicismo que la lleva por el camino del autoconocimiento, para regalar a la mirada del espectador un reflejo de sí mismo. Furores expresados con pinceladas intimistas en constante metamorfosis que relatan una autobiografía contada por trazos, por colores, bocetos, palabras y por un diario. Entre sus 55 autorretratos y un diario (publicado en 1995 por Carlos Fuentes), forman un flujo continuo de emociones, una estética orgánica, de la cual existe un significado y un significante, ahí se puede apreciar su realidad descarnada, su cuerpo fragmentado, mutilado y cada vez más enfermo. Su obra es visceral, audaz y provocadora para su tiempo. Hasta ese momento la cultura occidental no se encontraba familiarizada con autorrepresentaciones de partos, abortos, en donde los órganos internos fueran expuestos y el sufrimiento estremecedor se mostrara de manera tan explícita. En ese sentido, para finales del siglo XIX, Van Gogh dejó entrever el vendaje que cubría parte de su cráneo y barbilla, debido a la oreja cortada (Autorretrato con oreja vendada, 1889). La visceralidad con la que Frida desnudó su alma ante el lienzo, hizo que su cuerpo se convirtiera en un archivo de emociones, enclavadas en el pincel, al develar lo más profundo de su psique, he ahí la radicalidad e importancia de su propuesta artística.

A pesar que su diario no está ordenado cronológicamente, hay datos fechados. Cuenta también de su militancia política, en una nota de su diario menciona lo siguiente: “Tengo mucha inquietud en el asunto de mi pintura. Sobre todo, por transformarla para que sea algo útil al movimiento revolucionario comunista, pues hasta ahora no he pintado sino la expresión honrada de mí misma, pero alejada absolutamente de lo que mi pintura pueda servir al partido”. Asimismo, fue una defensora de los derechos humanos, una mujer activista, con espíritu nacionalista posrevolucionario. Una mujer activa políticamente dentro del Partido Comunista. En su diario y en algunas de sus pinturas, muestra su visión utópica marxista, al ver a esta corriente política como la salvadora ante el capitalismo vorágine.

“La columna rota” (1944), uno de los autorretratos más conocidos de Frida, quien lo pintó a la edad de 37 años; como en otros tantos, el sufrimiento y el dolor son el eje central.

“La columna rota” (1944), uno de los autorretratos más conocidos de Frida, quien lo pintó a la edad de 37 años; como en otros tantos, el sufrimiento y el dolor son el eje central.ALBUM

En sus últimos días, su diario se convirtió en un espacio catártico, en una extensión de su cuerpo y en un libro de artista. En conjunto, su diario y sus pinturas son lo mismo: el cuerpo expandido de Frida Kahlo, Carlos Fuentes (1995), ve en los cuadros de Frida una catarsis pictórica: “Como Rembrandt, como Van Gogh, Kahlo nos cuenta su biografía con sus autorretratos. Las etapas de la pasión, los preámbulos de la inocencia, los actos del sufrimiento y, finalmente, la catarsis del conocimiento, son tan evidentes en la artista mexicana como los autorretratistas holandeses”. Para ella, su cuerpo era objeto de investigación, eminentemente pasó del autorretrato a la autobiografía, no cabe duda que se le debe considerar una precursora del performance en México, puesto que, inexorablemente su vida, su enfermedad, su cuerpo y su arte están interconectados.

Aproximaciones performáticas en la obra de Frida Kahlo

El cuerpo expandido de la artista, es su materia prima y objeto artístico, es una búsqueda de sí en un viaje psíquico y el yo exacerbado, el cual devela, su presente abismal y la elaboración de un autorretrato viviente. Se expresa una identidad colectiva, espacio de resistencia y un receptáculo de subjetividades, que se enmarcan en su cotidianidad; al conducir a la desestabilización del esquema conceptual dicotómico, que plantea actos lingüísticos autorreferenciales y constitutivos de una realidad conceptual. Del tipo: sujeto/objeto o significante/significado.

Poco antes de su accidente en 1925, Frida iniciaba su prolífera carrera como artista. Para esos años comenzaban nuevos planteamientos y cambios de paradigmas dentro del mundo del arte, con movimientos como el dadaísmo y el surrealismo. Al interior de las artes escénicas, surgieron nuevos planteamientos como El teatro de la crueldad de Antonin Artaud, que consiste en tocar las fibras más profundas del espectador, enfrentándole a sus conflictos más acuciantes y golpear los sentimientos primarios, todo ello mediante escenas violentas y chocantes. Este tipo de manifestaciones que se desarrollaron a la par de la vida y obra de Kahlo fueron antecedentes de lo que hoy conocemos como performance art.

Un año después del fallecimiento de Frida, en 1955, se acuña el concepto de performativo por John L. Austin, en la Universidad de Harvard, dentro del ciclo de conferencias “Cómo hacer cosas con palabras”. Justo en esos años el arte escénico daba también un giro ‘performativo’. Pero no fue hasta seis años después de la muerte de Frida (1954), cuando toma fuerza este tipo de expresiones, dando paso a la performance como un recurso netamente artístico.

La performance, busca estrechar la distancia del arte y la vida, al develar su intimidad con acciones que involucran el cuerpo, el espacio y el tiempo. Por ello es que esta manifestación es un autorretrato en movimiento, el cual busca la experiencia vivida y que tiene como finalidad el análisis conceptual del contexto social, que va de lo personal a lo público, al igual que la obra de Frida Kahlo.

Autorretrato con monos (1943). Frida aparece como una madonna renacentista rodeada por pequeños monos en lugar de querubines: la naturaleza en todo su esplendor.

Autorretrato con monos (1943). Frida aparece como una madonna renacentista rodeada por pequeños monos en lugar de querubines: la naturaleza en todo su esplendor.THE JACQUES AND NATASHA GELMAN COLLECTION OF 20TH CENTURY MEXICAN ART AND THE VERGEL FOUNDATION / AGSA - ‘FRIDA & DIEGO: LOVE & REVOLUTION

La naturaleza performativa en la obra de Frida nos lleva a un espacio liminal de transgresión y resistencia. Así, entre más vulnerable era su cuerpo, más colorida su vestimenta y más radical su trabajo. Su vida fue una constante performance, siempre un autorretrato en acción que articula los discursos contemporáneos, al pensar en su cuerpo como una performatividad sexualizada, inscrita hoy en la actualidad dentro de los feminismos y teorías de género.

En día, me cuesta pensar a Frida como una mujer feminista: en mi opinión, la imagino como una mujer revolucionaria, preocupada por la lucha de clases y los movimientos en favor de la gesta proletaria. Asimismo, su capacidad de emerger como mujer también se debe a su gran carácter y a su personalidad, y no todo recae en un ideal feminista. Por otro lado, de la mujer revolucionaria que pintó en su corsé un feto, junto a una hoz y un martillo, aún no se ha escrito lo suficiente. Por tal razón, exhorto al lector a ahondar en la postura política de la artista, igualmente en el universo simbólico de sus pinturas y el llegar a reconocer el mensaje intrínseco de su obra: el autoconocimiento.

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