Nunca habrá la palabra exacta que recoja el dolor de tener a un hijo, en este caso a dos hijas, luchando por nacer y luego por mantenerse con vida. Tampoco habrá palabra suficiente que describa las emociones que afloran cuando ya se les tiene en brazos, acurrucándolas, besándolas, alimentándolas, afianzando ese vínculo único de la maternidad.

Gil López sigue incrédula. El nacimiento de las gemelas Catalina y Fernanda es un testimonio de fe, amor y esperanza que ni ella ni su esposo Cristian Diez-Muro jamás imaginaron vivir. La pasada semana, en su primera aparición en la televisión después de largos meses ausente, la presentadora dijo que volvió a nacer el día que sus bebés salieron de su vientre de forma prematura. Fue quizás la mejor forma de apalabrar lo vivido desde que en la semana 15 de embarazo el instinto maternal le comenzaba a dar señales de que algo no estaba bien.

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“Ni Cristian ni yo nos lo creemos. Nos pasamos contemplándolas, no podemos creer que estamos en Puerto Rico y que ellas están aquí, en casa, en la cama con nosotros”, expresó el lunes en entrevista con Primera Hora con una alegría que viajaba por la línea telefónica. “Las dos son muy parecidas, pero Catalina es más dormilona que Fernanda; Fernanda siempre anda luchando con el sueño, le gusta estar bien despierta. Catalina es bien ñoñi, siempre quiere estar en mis brazos. Fernanda tiene una mirada bien profunda, como de agradecimiento. Siento que ella analiza a uno cuando la tenemos en los brazos”.

No es la primera maternidad para Gil López. Hace cerca de 17 años nació su primogénita Lorena, a quien ahora integra en este nueva etapa. Sin embargo, esta experiencia no solo es distinta por la emergencia que se suscitó, sino porque su madurez es otra y eso se palpa en sus expresiones al narrar la vivencia que alguna vez espera perpetuar en un libro.

“(Esta maternidad) la vivo en una conexión absoluta”, afirmó horas antes de reintegrarse el lunes al programa “Día a día”, de Telemundo, algo de lo que estaba deseosa. “No es que antes no la tenía, lo que pasa es que al ser tan joven, uno estudia, trabaja; ahora mi vida sigue con mucho trabajo, porque hay que trabajar y meter mano, pero esa madurez emocional que tengo ahora no es la que tenía hace casi 17 años”.

Catalina, Fernanda y yo tenemos una conexión igualita a la que tengo con Lorena, eso es lo magistral, poder lograr la misma conexión, aunque hayan nacido en situaciones distintas, así que la maternidad la estoy viviendo al máximo. Y la estoy viviendo al lado de un gran hombre, que es igual de importante en el proceso y eso me hace descansar en él esos miedos, porque me ayuda, me da mucha fortaleza también y estamos bien ilusionados”

-Gil López, presentadora de televisión

Catalina y Fernanda nacieron el 22 de diciembre a las 10:31 a.m. y 10:32 a.m., respectivamente. La primera pesó dos libras y tres onzas, y la segunda, una libra y media. El momento del nacimiento, vía cesárea, ahora es una memoria cargada de emociones y sentimientos intensos.

“Sentí un profundo amor, porque desde que están en la barriga uno los ama, pero ya cuando hay un contacto afuera, que tocas la piel, que los sientes, es un profundo amor, pero iba acompañado de un miedo increíble y tristeza, porque ninguna mamá, ningún padre, desea que un hijo pase por una situación así”.

Catalina y Fernanda nacieron a las 28 semanas de gestación y actualmente se desarrollan en buena salud.
Catalina y Fernanda nacieron a las 28 semanas de gestación y actualmente se desarrollan en buena salud. (Laura Luna Photography)

Las complicaciones en la gestación comenzaron cerca del tiempo en que se reveló públicamente en Telemundo el género de las bebés. Una cita médica rutinaria con el perinatólogo Gratacós y con el radiólogo Sein reveló que el crecimiento de los fetos era irregular.

“Comenzamos a darnos cuenta que Fernanda se estaba quedando pequeña, no estaba ganando el peso que se suponía, y de igual manera Catalina. Pero la que empezó fue Fernanda y eso se fue agudizando con la cantidad de semanas que iba ganando el embarazo, y eso es un grave problema porque mi placenta estaba bien enferma. Es como tener una pizza entera de 10 pedazos, 9 eran para Catalina y un pedazo de pizza, sin queso, era para Fernanda”, narró.

De aquella cita médica llegó horas después al Centro Médico en Río Piedras, donde el doctor De La Vega, otro perinatólogo, volvió a examinarla. Lo que siguió fue uno de dos momentos dolorosos que no le desearía a nadie que ame a sus hijos. “Entra el doctor y dice que tiene que hablar seriamente con nosotros y que Fernanda y Catalina, las posibilidades de vida eran mínimas. Ese fue el momento más horrible. No hay palabra que lo describa”, dijo al recordar que ella enmudeció, su esposo estalló en llanto y su madre intentaba sostenerla en medio de su propio miedo y tristeza.

Horas después, Gil López y su esposo viajaron a la ciudad de Orlando, en Florida, donde ya los esperaba una especialista materno-fetal, la puertorriqueña Karla Leavitt, ahora madrina de la pequeña Fernanda.

“Ella es nuestro ángel guardián; gracias a esa doctora nuestras hijas están con nosotros”.

Gil López fue hospitalizada de inmediato, con el protocolo de una cesárea listo para actuar en el momento en que la vida de cualquiera de las bebés estuviera comprometida debido al desbalance en su desarrollo. En el proceso se planteó la posibilidad de que tal vez tuvieran que decidir por salvarle la vida a una de las dos, pero para ellos eso no era una posibilidad.

“Si había que sacrificar a alguna hubiera sido a Fernanda, y mírala ahí qué hermosa y qué bella es. No íbamos a poder con el dolor. No critico a la persona que lo hace, porque reitero, cada situación es distinta. Ahora, en mi corazón siempre supe que ellas querían nacer”.

La cesárea ocurrió a las 28 semanas de gestación.

Ahí es que viene lo más duro, que es cuando tienes a tu hijo luchando entre la vida y la muerte por sobrevivir. No se lo deseo a nadie, porque en NICU (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal) entras de una manera y sales de otra; igual son millones, es una comunidad de prematuros tan grande y de eso no se habla”

-Gil López, coanimadora de "Día a día"

Los días en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal (NICU, en inglés) fueron tan angustiantes que llegó a experimentar ataques de ansiedad, porque allí, tanto ella como su esposo, eran simplemente espectadores.

Entonces vino otro golpe inesperado: un estudio reveló un sangrado en el cerebro de las bebés.

“Ese día fue el que tocamos fondo en el proceso. Cuando te dicen, ‘ellas están bien enfermitas, hay unos sangrados internos en el cerebro’, que son normales en estos procesos, hay bebés que los logran sobrepasar sin daños en el cerebro, pero no lo sabes en el momento”, contó ahora con la voz angustiada.

“El problema de todo esto es que no te aseguran a tus hijas nunca”.

Catalina y Fernanda volvieron a probar su fortaleza y salieron de ese reto, como de muchos otros, que incluyeron transfusiones de sangre, esteroides y un universo de rigurosos exámenes médicos.

“Nacimos de nuevo el día en que su doctor primario nos reúne y nos dice, ‘Catalina y Fernanda están teniendo un progreso increíble’, y nos felicita por nuestra participación, porque ellos valoran que los papás se integren un cien por ciento en el hospital, porque está comprobado por estudios que los bebés que están acompañados de sus papás salen mucho antes del NICU”, compartió López.

El día que salieron del hospital, médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud que se convirtieron en una extensión de su familia, los sorprendieron caminando junto a ellos hasta la salida. Fue un torbellino de emociones que solo quedó grabado en sus mentes y corazones.

Para mí son puro padre, yo fui solo incubadora, pero a mucha honra”

-Gil López, animadora

Ser madre tiene otro significado en la vida de esta mujer, pues le tocó llegar al punto de querer entregar su vida para salvar a sus hijas. “Por ellas, lo que sea”, afirmó. “Ser mamá es un proyecto de vida hermoso y es el más importante para mí, pero ahora estoy consciente de la responsabilidad tan hermosa que cargamos y tenemos de criar a otro ser humano, porque vamos a dejar nuestra huella en el mundo”, valoró.

La vida vuelve a tener colores. Atrás quedó el frío y el tono gris del hospital. Ahora le toca disfrutar a su esposo y a su hija mayor tal como lo anheló en elo momento en que se supo embarazada.

“Hemos sido un gran equipo. Somos el equipo perfecto y es una manera de amarlo más, respetarlo más, porque la paternidad no es un complemento. Lo veo como una responsabilidad igual que la mía. Le agradezco todo lo que hace, pero no esperaba menos de él porque es espectacular y un gran papá y está enchulao de esas bebés”, concluyó.