Historia

Devolver el fútbol al pueblo: Cuando el Partido Comunista de EEUU creó una liga socialista

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El Carl liebknecht Branch, equipo de la liga organizada por el Partido Comunista de EEUU
El Carl liebknecht Branch de Chicago

Nada de protestar amargamente por las decisiones que se tomasen en la organización comercial que controlaba el fútbol estadounidense, que antes de la II Guerra Mundial era un deporte muy popular en ese país. En 1927, el Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA) detestaba a la USFA, la Federación de Fútbol de Estados Unidos, consideraba que había arrebatado el fútbol al pueblo para llenarse los bolsillos, se dejó de historias y directamente creó la Labor Sport Union, una coalición de clubes de fútbol que pertenecían a los trabajadores. Llegaron a organizar ligas en Nueva York, Chicago, Detroit, Cleveland, Filadelfia y Pittsburgh, y no fue ninguna anécdota: estas competiciones duraron ocho años.

Como explica Gabe Logan en C’mon, you reds, En 1928, Emil Austin, secretario de la Liga Metropolitana de Fútbol de Trabajadores (MWSL) de la ciudad de Nueva York, anunció la creación de un torneo de tres divisiones con 32 equipos. Todos ellos habían renunciado a la USFA. Ahora los trabajadores jugarían solo con fines recreativos, no para que otros hicieran negocio, y para «devolver el fútbol a los obreros». Aunque el verdadero objetivo del Partido Comunista de Estados Unidos era emplear el deporte para reclutar atletas a sus filas.

Jugador del New York Red Sparks Soccer Club publicada en el diario The Young Worker

Como en un ensayo revolucionario, los comunistas pudieron crear su liga aprovechando una disputa entre la USFA y la ASL (American Soccer League) Cuando las dos organizaciones se reconciliaron y se pusieron de acuerdo, llegó el crack del 29 y los clubes que quedaban se fueron todos a la bancarrota. En el lance, quedó la liga comunista que se llevó a los jugadores y a los aficionados y estuvo vigente entre 1927 y 1935.

Aunque ahora lo que se recuerden son los intentos de montar ligas en los 70 que pudieran alcanzar brillo internacional y a sus extravagantes estrellas; si bien lo que hay actualmente es una MLS que cada vez va fichando mayor calidad procedente de Latinoamérica y Europa, en los años 20 el fútbol estadounidense era pujante. La visita a Chicago del Sparta Praga en 1926 había metido 30.000 espectadores y la del Vienna Hakoak a Nueva York, 46.000. Muchos jugadores escoceses de calidad hacían las maletas y se iban a Estados Unidos.

La liga comunista (WSA) tiró de equipos amateur de trabajadores, que tampoco eran un fenómeno irrelevante. En Europa, en aquellos años, los clubes obreros eran un fenómeno que involucraba a millones de trabajadores en Alemania, Austria, Checoslovaquia, Bélgica, Francia y los países escandinavos. Algunos encuentros, como la final de las Olimpiadas Obreras de Austria, reunió a 65.000 espectadores.

Esta capacidad de movilización no pasó inadvertida a Moscú, que a través de la Comintern reconoció a la Internacional Deportiva Roja como un organismo propio para difundir la revolución por otros medios. Además de promover el deporte entre los trabajadores, también invitaba a romper con el deporte como negocio, que es lo que sucedió en Estados Unidos.

La ruptura entre socialistas y comunistas también se vio reflejada en el terreno deportivo, la RSI rechazó a la Internacional Socialista Deportiva Obrera porque, según su criterio, existía para que el obrero emplease sus habilidades deportivas en convertirse en un burgués, mientras que ellos lo empleaban para aumentar las bases del comunismo desvinculando al trabajador de la atracción de masas del deporte profesional, un fenómeno netamente capitalista en aquel entonces, e indirectamente preparando a los jóvenes para formar unidades de combate antifascistas.

Noticia del diario Daily Worker de Nueva York, 18 de febrero de 1929

La inmigración húngara y alemana de Chicago había creado el club Carl Liebknecht Workers, conocido popularmente como The Workers. En Nueva York aparecieron Red Sparks y Bronx Workers. En las camisetas, estos equipos llevaban la estrella roja de cinco puntas o directamente la hoz y el martillo.

La prensa de los sindicatos destacaba cómo en estos partidos reinaba la camaradería, válgame la redundancia, y no era como en los torneos capitalistas, donde el ansia de éxito económico llevaba a los jugadores a una extrema competitividad, lesionarse entre ellos y a veces incluso escenas de violencia multitudinaria, un fenómeno decadente y degradante para los izquierdistas de aquel tiempo.

Muchos jugadores habían aprendido a jugar en sus ciudades europeas de origen, pero otros ya habían nacido en América y aprendieron en las calles, como Alex Susha, que lo hizo en el Bronx, o los hermanos Aldo y Robert Patria, italianos, pero que peloteaban en las calles de Detroit.

Se formaron decenas de equipos en múltiples ciudades, pero el problema surgió con los árbitros. Procedían de la USFA, que veía con recelo que arbitrasen para los comunistas y, además, estos no estaban dispuestos a pagar lo que cobraban. Tirando de DIY (Do it yourself) cada liga organizó una escuela de árbitros para poder contar con colegiados gratuitos. La primera consecuencia fue la escasez de colegiados, no siembre había para cada partido. Y los que había, no tenían la experiencia necesaria y pitaban mal. Los aficionados con pedigrí solían ridiculizarlos y reírse de ellos. Una idea que salió mejor fue el fondo para jugadores lesionados.

En cuanto a la costumbre de traer equipos europeos para aprender de ellos, como el Glasgow Rangers, que solía hacer sus giras, los comunistas invitaron a la selección nacional de la URSS, pero el Departamento de Estado impidió que los deportistas soviéticos pusieran un pie en el país.

Estos campeonatos se acabaron en 1935 con la estrategia de los frentes populares, las instrucciones dadas a los comunistas de unirse a las fuerzas antifascistas en todas partes. Las ligas comunistas de fútbol se unieron a las sindicales y surgió la WSLA, Liga Deportiva de Trabajadores de América. En la actualidad, en Chicago, Cleveland o Filadelfia todavía existen clubes fundados en la etapa comunista, como Fichte, Mansfield o Schwaben AC, que siguen jugando en las ligas de estas ciudades. Desgraciadamente, las publicaciones comunistas rara vez hacían referencia a los jugadores por su nombre, con lo que es complicado identificar a los protagonistas del fútbol de aquellos años.

 

 

 

 

 

 

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