Un segundo flagelo azota el sur inundado de Brasil: la desinformación
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Un segundo flagelo azota el sur inundado de Brasil: la desinformación

By , Associated Press
Un hombre rema en un bote improvisado a través de una calle inundada por las fuertes lluvias, en Porto Alegre, Brasil, martes 7 de mayo de 2024. (AP Foto/Andre Penner)
Un hombre rema en un bote improvisado a través de una calle inundada por las fuertes lluvias, en Porto Alegre, Brasil, martes 7 de mayo de 2024. (AP Foto/Andre Penner)Andre Penner/AP

SAO PAULO (AP) — Las inundaciones que han devastado el estado brasileño de Rio Grande do Sul todavía no disminuyen y otro flagelo se ha esparcido por la región: la desinformación en redes sociales, la cual está dificultando los desesperados esfuerzos por llevar ayuda a miles de personas que la necesitan.

Entre las publicaciones falsas que han causado revuelo e indignación están las que apuntan a que las agencias de gobierno no están llevando a cabo rescates en el estado más sureño de Brasil. O las que dicen que la burocracia está reteniendo las donaciones de alimentos, agua y ropa. Un rumor persistente sostiene que las autoridades están escondiendo cientos de cadáveres, dijo Jairo Jorge, alcalde de Canoas, ciudad particularmente afectada por el desastre ambiental.

Jorge y otros funcionarios señalan que los actores ocultos que se esconden tras esas publicaciones están explotando la crisis para socavar la confianza en el gobierno.

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Ary Vanazzi, alcalde de Sao Leopoldo, dijo que muchas personas ignoraron las alertas oficiales haciéndole más bien caso a aquellas publicaciones en las redes sociales que afirman que las alertas del gobierno “eran sólo políticos que intentaban asustar a la gente”.

“Por eso, muchos no se fueron de sus casas en esta situación de emergencia. Algunos podrían haber muerto por eso”, dijo Vanazzi a The Associated Press. “A veces gastamos más tiempo defendiéndonos de las mentiras que trabajando para ayudar a nuestra población”.

Durante las últimas dos semanas, las inundaciones han causado la muerte de al menos 149 personas, y más de 100 siguen desaparecidas, según afirmaron el miércoles las autoridades estatales. Más de 600.000 personas se han visto obligadas a marcharse de sus casas.

Brasil se convirtió en un hervidero de desinformación antes de las elecciones de 2018, cuando ganó Jair Bolsonaro. A lo largo de su mandato, a menudo sus adversarios se tuvieron que defender de violentos ataques digitales. El Supremo Tribunal Federal ha emprendido desde ese entonces uno de los esfuerzos más enérgicos a nivel mundial para desmantelar las campañas coordinadas de desinformación, liderado por un controvertido juez que está supervisando una investigación sobre la propagación de noticias falsas y ha ordenado a las redes sociales que eliminen decenas de cuentas.

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Durante la presidencia de Bolsonaro, capitán retirado y férvido oponente de su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva, el ejército se libró de la difamación en internet. Pero se ha vuelto blanco de la hostilidad de la extrema derecha bajo el mandato de Lula, y hay usuarios de las redes sociales que atacan a los líderes militares por acatar las órdenes del presidente de izquierdas, indicó Alexandre Aragão, editor general de la agencia de verificación de hechos y datos Aos Fatos.

Varios videos publicados en internet insinúan que los soldados no están participando en los rescates. Otros se mofan de la supuesta carencia de equipo de los militares, utilizando imágenes de un camión atorado por las inundaciones. El general que dirige el comando sur del ejército dijo a CNN Brasil que un rumor le hacía responsable de muertes inexistentes en un hospital.

El ejército afirma que, junto con dependencias locales, se han desplegado 31.000 soldados, policías y otros efectivos para rescatar a más de 69.000 personas y 10.000 animales y repartir toneladas de ayuda por aire y barcos. El gobierno federal anunció que destinará casi 51.000 millones de reales (10.000 millones de dólares) en la recuperación, entregará créditos a agricultores y pequeñas empresas y suspenderá el pago de la deuda anual del estado, que asciende a 11.000 millones de reales.

“Estos reportes son preocupantes, porque no reflejan la realidad”, dijo el mando en una declaración a la AP. “Muchos militares en servicio también fueron víctimas de las inundaciones. Muchos soldados han perdido sus casas a causa de las lluvias y siguen en primera línea ayudando a la población”.

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A raíz de las quejas de los mandos militares, el gobierno de Brasil está apelando a las redes sociales para detener la propagación de información engañosa, dijo el fiscal general Jorge Messias en una entrevista.

A última hora del martes, todos se habían mostrado dispuestos a cooperar, excepto X, según la oficina de Messias. El propietario de la plataforma, Elon Musk, arremetió recientemente contra las decisiones de un juez del Tribunal Supremo de restringir las cuentas de los usuarios, acusándolo de amordazar la libertad de expresión y recibiendo elogios de Bolsonaro y sus aliados. X no ha respondido por el momento a un correo electrónico en el que se le pedían comentarios.

La oficina de Messias también presentó una demanda contra un influencer que afirmó que un simple empresario —y partidario incondicional de Bolsonaro— envió más aviones para ayudar en las tareas de rescate que toda la fuerza aérea brasileña. El gobierno está exigiendo el derecho de réplica en el perfil de Instagram del influencer, Pablo Marçal, un crítico declarado de Lula con casi 10 millones de seguidores.

La oleada de desinformación en medio de la crisis representa un “tragedia dentro de la tragedia”, afirmó Messias. “Cuando paramos todo para responder a noticias falsas, estamos desviando recursos públicos y energías de lo que realmente importa, que es servir a la población”.

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Casi una tercera parte de las personas encuestadas por la empresa de sondeos Quaest afirmaron haber recibido noticias falsas sobre las inundaciones, de acuerdo con la encuesta realizada del 2 al 6 de mayo. Se llevó a cabo en 120 ciudades a nivel nacional y tiene un margen de error de 2,2 puntos porcentuales.

La desinformación está creando un entorno hostil para los socorristas. Según los alcaldes de Sao Leopoldo y Canoas, la población local ha acusado a los agentes estatales y municipales de actuar con demasiada lentitud y los ha amenazado con denunciarlos en internet, y ha increpado a los bomberos por no haber rescatado a personas y animales domésticos. Algunas personas que se hicieron pasar por voluntarios entraron la semana pasada en un almacén de la agencia estatal de defensa civil, filmaron las donaciones de ayuda que había dentro y colgaron el video en internet como supuesta prueba de su incapacidad para distribuir la ayuda, según la agencia.

La semana pasada, otra afirmación falsa indicó que las autoridades estaban deteniendo los camiones de donaciones, explicó Aragão. La noticia de la emisora SBT sobre un camión retenido para inspección que, a pesar de ir sobrecargado, fue más tarde autorizado a circular, alimentó la falsedad. En las redes sociales se distorsionó el relato y se afirmó que el bloqueo de la ayuda era un fenómeno generalizado. Este fue un caso ejemplar, añadió Aragão.

“Cuando hay una tragedia con las dimensiones de lo ocurrido en Rio Grande do Sul, por supuesto que habrá casos aislados de cosas absurdas”, dijo por teléfono desde Sao Paulo. “Las redes sociales venden esos casos reales y aislados como si representaran el protocolo oficial”.

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Janine Bargas ha estado trabajando sin descanso en la catástrofe como profesora de la Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre, en la capital del estado. Al principio, sus funciones consistían en proporcionar información fiable, como indicar a la gente dónde podía encontrar los medicamentos necesarios.

La desinformación llegó a ser tan intensa que su trabajo ahora incluye vigilarla y desacreditarla. Esto ha incluido recomendaciones para un fraudulento tratamiento preventivo de una enfermedad bacteriana transmitida por el agua.

“Los mismos médicos antivacunas que recomendaban cloroquina durante el COVID empezaron a promocionar una profilaxis para la leptospirosis”, declaró Bargas a AP, añadiendo que el pánico a los informes estalló en un refugio gestionado por personal de la universidad. “La gente empezó a pelearse, a pedir la medicación. Y la dosis de este medicamento puede ser muy tóxica para el hígado”.

Jorge, el alcalde de Canoas, se convirtió en blanco de la desinformación apenas unas horas después de que comenzaran las inundaciones. Una publicación, compartida millones de veces en aplicaciones de mensajería, mostraba una pelea que, según decía, había tenido lugar en un albergue de Canoas a causa de un decreto que obligaba a que todas las donaciones pasaran por el ayuntamiento. En realidad, la pelea tuvo lugar en el estado de Ceará, en el extremo opuesto del vasto país, y Jorge no emitió tal decreto.

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Las falsedades están “orquestadas, con el objetivo de que la gente deje de creer en los servidores públicos”, afirmó. “Siempre que ocurre una catástrofe natural, hay una ola de solidaridad. Pero esta vez no; también hay una ola de rabia causada por la desinformación”.

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La cobertura climática y medioambiental de The Associated Press recibe apoyo financiero de múltiples fundaciones privadas. AP es la única responsable de todo el contenido.

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Por MAURICIO SAVARESE y GABRIELA SÁ PESSOA