¿Por qué a estos pueblos de Galicia les comen las moscas desde hace cuatro años?
¿Por qué a estos pueblos de Galicia les comen las moscas desde hace cuatro años?
Calor, humedad y estiércol

¿Por qué a estos pueblos de Galicia les comen las moscas desde hace cuatro años?

Las malas prácticas agrícolas, especialmente el vertido incontrolado de residuos orgánicos en los campos, y el cambio climático están detrás del aumento de estos molestos insectos en algunos municipios gallegos

Foto: Las moscas proliferan con las altas temperaturas (M.Daudy/Unsplash)
Las moscas proliferan con las altas temperaturas (M.Daudy/Unsplash)

El aumento de moscas que soportan los habitantes de más de una veintena de municipios gallegos, repartidos por todas las provincias, no puede calificarse de plaga. Tampoco es algo nuevo, ni tiene una sola causa señalada. Lo que viene provocando desde hace años la proliferación de estos insectos en los concellos afectados obedece a un conjunto de causas relacionadas con las malas prácticas agrícolas, básicamente con el abuso de abono en los campos, y un cambio en el patrón climático relacionado con el calentamiento global.

En Narón (A Coruña) llevan casi un lustro años sufriendo la presencia descomedida de moscas comunes (Musca domestica), que algunos vecinos califican como una auténtica “marabunta voladora”. Una pesadilla que vienen soportando desde hace el mismo tiempo, pero a más de doscientos kilómetros de distancia los vecinos de Tomiño, en la provincia de Pontevedra, donde las nubes de moscas están provocando el cierre de negocios y que muchos vecinos vivan con auténtico pavor la situación, sin salir de sus casas y con las ventanas cerradas.

La cosa es tan grave que el ayuntamiento encargó a finales del año pasado un estudio a la Universidad de Vigo para determinar las causas de este fenómeno y tomar medidas al respecto. Tras varios meses de trabajo de campo, en declaraciones a Europa Press, Salustiano Mato, catedrático de Zoología y miembro del equipo que está llevando a cabo la investigación reconoce que el problema es “muy serio”, pero se resiste a calificarlo de plaga. “Con la información de la que disponemos todavía no podemos hablar de plaga. Lo que sí sabemos es que hay 'booms' poblacionales desproporcionados de moscas en algunas zonas concretas que podrían deberse al exceso de abonado”.

Foto: Esta imagen podría darse también en invierno en el futuro cercano. Foto: iStock

Una causa que coincide en señalar el biólogo por la Universidad de Barcelona y doctor en entomología Roger Eritja, quien en conversación con El Confidencial confirma que “aunque es posible que existan otros factores que confluyan, sin lugar a dudas el vertido incontrolado de residuos orgánicos puede ser una causa determinante”. Para este experto, responsable del programa de ciencia ciudadana Mosquito Alert, al contrario que otros insectos voladores como los mosquitos, en el caso de la mosca común su proliferación está relacionada con la abundancia de materia orgánica. “He asistido a algunos casos similares a los episodios que se están dando en Galicia y el origen del problema siempre ha estado en el abuso de fertilizantes en los campos circundantes, limpieza de granjas o actividades relacionadas con el manejo de residuos orgánicos”.

Purines, estiércol y moscas

El uso incontrolado de las deyecciones ganaderas, como la gallinaza, el estiércol de las granjas lecheras y los purines de los cerdos, no solo supone un peligro para los acuíferos, que acaban contaminados por nitratos, sino que constituye el mejor reclamo para estos insectos, que efectúan sus puestas en cualquier material biológico en descomposición. “Por eso, cuando muere un animal o aparece una deposición en el campo las moscas, que están por todas partes, tardan escasos minutos en aparecer allí para dejar sus huevos” apunta Eritja. Hasta quinientos en cada puesta, con varias puestas a lo largo de su vida. Una existencia que, lejos de lo que mucha gente cree, puede llegar a superar el mes.

placeholder Tira adhesiva plagada de moscas en Tomiño, Pontevedra (EFE Salvador Sas)
Tira adhesiva plagada de moscas en Tomiño, Pontevedra (EFE Salvador Sas)

Si a ello unimos que el cambio climático está provocando un aumento de las temperaturas durante todo el año, tenemos el escenario perfecto para que las moscas alarguen su ciclo de vida y en consecuencia multipliquen sus puestas protagonizando auténticas explosiones poblacionales. De ese modo, el calentamiento global estaría favoreciendo a las moscas de manera directa, pero también indirecta. Y es que según los expertos la crisis climática estaría entre las principales causas que están provocando la caída en picado de las aves insectívoras, algunas de las cuales, como los papamoscas (su nombre lo dice todo) basan su alimentación en la captura de insectos alados. Más calor, más humedad y más estiércol: este sería el cóctel de causas por las que a algunos pueblos de Galicia se los están ‘comiendo’ literalmente las moscas, aunque es probable que sean menos de los que se dicen.

A este respecto la Federación Galega de Municipios y Provincias (FEGAMP), que mantiene activa una encuesta al respecto de este problema, pedía hace unas semanas la actuación de la Xunta para resolver un problema que, según su información, afectaba a una veintena de municipios distribuidos por las cuatro provincias gallegas. Sin embargo, varios alcaldes de poblaciones que aparecían en el listado de la FEGAMP han negado que estén sufriendo este problema.

Molestas pero no peligrosas

En cualquier caso, y aunque los expertos coincidan en señalar que no se puede hablar de plaga, lo cierto es que las concentraciones de moscas están empezando a causar daños psicológicos y restando calidad de vida a los habitantes de los municipios afectados. Y también económicos, con comercios que se han visto obligados a cerrar sus puertas y hoteles y casas rurales que, ante la gravedad de lo que está ocurriendo y si la situación se agrava, temen que se produzcan anulaciones de reservas de cara al verano.

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Moscas sobre en una cuna en Tomiño, Pontevedra (EFE Salvador Sas)

Respecto a la posible amenaza para la salud, ante las voces de alarma que se están propagando estos días, Roger Eritja hace un llamamiento a la calma pues la mosca común "no es un vector fisiológico o metabólico de enfermedades, sino mecánico”. Es cierto que, tal y como informa la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades de transmisión vectorial representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas, pero en este caso estamos hablando de enfermedades que se transmiten a través de la picadura de los mosquitos, que en este caso actúan como vectores.

Los vectores son organismos vivos que pueden trasladar patógenos infecciosos entre personas o de animales a personas. En la mayoría de los casos se trata de insectos hematófagos, como los mosquitos, que ingieren los patógenos junto con la sangre de un portador infectado (persona o animal) y posteriormente los transmiten a un nuevo portador.

Foto: Mascanfroni para Unsplash

Así es como, más allá de las posibles reacciones alérgicas o shocks anafilácticos, la picadura del mosquito puede transmitir enfermedades graves, como la malaria, transmitida por mosquitos anofelinos, o el dengue, transmitido por mosquitos del género Aedes. Otras enfermedades víricas de transmisión vectorial por picadura de mosquito son la fiebre del Zika, la del Nilo Occidental (VNO) o la encefalitis japonesa, entre otras.

Pero al contrario que los mosquitos la mosca común no es un insecto hematófago, solo actúa como vector mecánico. “No transmite ninguna enfermedad de forma directa, aunque eso no significa que si una mosca ronda la mesa y se posa en un alimento no pueda llegar a contaminarlo”, nos apunta Erirtja.

Por todo ello estaríamos ante un riesgo sanitario de escala mucho menor, lo que no significa que no se deba actuar de manera urgente para erradicar las causas del aumento de moscas, entre ellas abandonar las malas prácticas agrícolas, como la costumbre de aportar residuos orgánicos a los campos de manera excesiva y descontrolada.

El aumento de moscas que soportan los habitantes de más de una veintena de municipios gallegos, repartidos por todas las provincias, no puede calificarse de plaga. Tampoco es algo nuevo, ni tiene una sola causa señalada. Lo que viene provocando desde hace años la proliferación de estos insectos en los concellos afectados obedece a un conjunto de causas relacionadas con las malas prácticas agrícolas, básicamente con el abuso de abono en los campos, y un cambio en el patrón climático relacionado con el calentamiento global.

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