Heredero de una empresa con mirada de familia – Agro Cordobés
mayo 11, 2024 8:37 am

Heredero de una empresa con mirada de familia

Hace un año y medio, Federico Miretti fue elegido presidente de la Cámara de Comercio Automotor de Córdoba (CCAC), que reúne 160 concesionarios multimarca (vehículos usados). A esta actividad llegó de manos de su padre, Miguel Miretti, creador de la empresa, en cuya historia está primero la familia y la conducta con el cliente.

Junto con Juan, su hermano y socio, buscan que la segunda generación sea la que aporte profesionalización, expansión y nuevas tendencias del marketing.

–¿Cuántos años tiene Miretti Autos?

–Tiene 44 años. Lo inició mi padre donde hoy está el local central, en bv. Los Granaderos. Fue un esfuerzo muy grande, porque no éramos una familia adinerada. Nosotros somos cuatro hermanos (Federico, Guillermina, Juan y Matías), nos cuidaba mi abuela Guillermina para que mi mamá, María Celia, pudiera trabajar. Era profesora de matemática y de física en el secundario, tenía tres trabajos; en un momento donde se peleaba duro para sacar a flote este proyecto, tuvo que vender su auto. Cinco años después, para un Día de la Madre, mi papá le regaló una “Renoleta” amarilla 0 km.

–¿Cómo entró tu papá en este rubro?

–Él comenzó con una gestoría. Luego hizo sus primeras experiencias comerciales con Armando del Río (concesionario de camiones), hasta que decidió independizarse en 1980, con un local y un vehículo, creo que era un Peugeot 504. Incluso hasta diseñó su propio isotipo con la marca Miretti Automóviles. Él pensaba que la marca debía ser su nombre y que la empresa debía tener una mirada de familia.

–Es muy importante el nombre para un vendedor de autos, ¿no?

–Es fundamental. Seamos sinceros, el mercado de autos usados no está bien conceptuado porque hay mucha gente que es poco confiable. Por eso, un buen nombre es lo que más se valora en nuestro rubro, transmite seguridad, honestidad y respeto. Hay familias a las cuales les hemos vendido o comprado 10 o 15 autos. Hay personas que, después de varios años que le vendimos un auto, vuelven a renovarlo sin que los hayamos convocado.

–¿Cómo creés que eso se logra en un rubro como este?

–Papá nos enseñó, desde el comienzo, la importancia de valores como honestidad, respeto, compromiso, conducta, prolijidad, entrega y coherencia. Lo vivimos en la empresa. Yo tenía 7 años y lo veía cómo atendía al cliente o cómo el cliente se dirigía a él. Eso se trasladó a toda la familia. Ese trío –mi papá, mi mamá y mi abuela materna– nos dio una base fantástica que nos permitió ir por la vida. Cuando eso lo traducís al comercio o a cualquier actividad, se transforma en un capital enorme, que además lo disfrutás en lo que recibís de un cliente, de un proveedor o de las personas que trabajan con vos. Nosotros nos sentimos cómodos siendo así.

–¿Cuándo comenzaste a trabajar?

–Cuando tenía 16 o 17 años, papá tenía un proveedor en los concesionarios oficiales que le decía: “Vení, pero no con Fede, porque él le encuentra todos los detalles”, jajaja. Así que desde esa edad ya estaba en la empresa. Después estudié para contador público; trabajé en un estudio contable, no me llamó el ejercicio de la profesión liberal; también estuve en una fundación de medicina, pero a mí me gustaba el comercio, así que volví.

–¿Y tu hermano Juan?

–Él hizo la Licenciatura en Administración de Empresas mientras trabajaba acá. Luego emprendió sus propios proyectos; un restaurante y trabajos para otras empresas, hasta que volvió al concesionario. En los últimos años de mi papá, nosotros participamos de la dirección de la empresa; cuando él falleció, en 2018, compramos las partes accionarias de la empresa y nos hicimos cargo.

–La segunda generación es clave en la continuidad de una empresa familiar. ¿Qué le aportaron ustedes?

–Papá nos dio la base: nombre, conducta y ejemplo. A eso, le sumamos lo que aprendimos en la facultad, la profesionalización. Al principio, la empresa era nosotros tres y una persona para limpieza. Necesitábamos sumar un comercial que no fuera de la familia. Nos costaba muchísimo la idea de poner a nuestro cliente en manos de alguien que no era de la familia. Así que nos focalizamos única y exclusivamente en que fueran buenas personas, que no le fuera a decir una cosa por otra cliente, que prometiera lo que puede cumplir y que fuera transparente.

–¿Y cómo les fue?

–Por suerte, bien. Luego necesitamos alguien en administración, algo de lo cual se encargaba papá. Estábamos acostumbrados a hacer todo nosotros. Esa delegación fue un aprendizaje. El segundo paso fue convertir a esto en una empresa. Implementamos procesos, sumamos inmuebles. Hoy tenemos cinco inmuebles para un stock de casi 80 vehículos; tres locales de exhibición y dos para soporte, todo en el radio de cinco cuadras. Actualmente, trabajamos en el proyecto de tener un lugar más grande. Además, papá era monotributista, después responsable inscripto y cuando adquirimos la empresa, con Juan creamos una sociedad por acciones simplificada (SAS) y nos inscribimos como comerciantes habitualistas. Ahora, con nuestro hermano Matías, que tiene conocimientos de marketing y publicidad, estamos trabajamos la identidad de marca.

–Para ustedes es muy fuerte la familia.

–Es fundamental. Yo estoy agradecido también de mi propia familia. Mis dos hijas, Franca y Matilda, y mi esposa Andrea son el motor que te inspiran y te ilusionan. El apoyo de una buena compañera cambia todo. El amor que se genera en la familia va tomando forma acá, en la empresa. Hoy somos 13 personas; pero además tenés el contador, el abogado y otros colaboradores externos que suman entre 22 y 24 personas. Estamos generando otra familia que valora trabajar y construir a la par de uno.

–Y ahora estás en la CCAC. ¿Desde cuándo estás en la entidad?

–La cámara empezó en 1999. A papá lo invitaron en 2001 a participar. Yo iba acompañándolo a él, pero rápidamente me di cuenta del valor que tiene el trabajo conjunto y de lo que podía aportar a líderes como Sebastián Parra o Ariel Ruiz. Desde entonces, trabajé siempre a la par, como mano derecha de cada presidente.

–Hasta que te tocó a vos.

–Varias veces se había planteado. Pero la verdad es que no me animaba a tomar el desafío, hasta que una vez me dijeron: “No puede ser que no seas presidente, no podés no cerrar el ciclo sin ser presidente”. Así que gracias a ellos y al apoyo de mi hermano Juan, asumimos esto, que es un trabajo ad honorem, que demanda mucha capacidad y esfuerzo, porque todo se hace a pulmón. Cuando yo entré, eran 17 o 18 socios. Hoy somos 160, algunos con dos empleados y otros que llegan a 800 empleados. Tenemos la idea de crear un observatorio para precisar estos datos que hacen al ecosistema del mercado automotor.

–¿Qué les aporta una cámara a los socios?

–En nuestro caso, logramos un convenio con Bancor que aporta financiamiento; conseguimos modificar el Código Tributario de la Provincia para hacer frente al impuesto de Ingresos Brutos, porque la manera que estaba diseñado era imposible; ahora estamos trabajando para poner en valor la figura de comerciante habitualista, y lograr que cada vez más comerciantes se sumen a esta figura. Hay un gran volumen de operaciones hechas por comerciantes que no están inscritos, que se hacen pasar por particulares y trabajan desde la informalidad.

–Uno, como comprador, tiene la imagen de que en el concesionario el vehículo es más caro.

–En realidad, cuando ves los números de una operación en la informalidad y los comparás con los de una empresa, realmente no hay diferencia. Lo distinto es el respaldo y que el empleado esté registrado. En este negocio, la contribución marginal es alta: 4% a 8% en consignaciones y 10% a 14% en vehículos propios. Hoy la mayor parte de los vehículos parten de los $ 20 millones. Si no se paga ningún tributo ni carga, es una evasión muy grande y un volumen muy grande de capital en negro. El volumen de operaciones informales es similar al que tenemos las empresas, con lo cual nosotros podríamos estar pagando la mitad de la carga si esas operaciones se hicieran en la formalidad, con el fisco recaudando lo mismo.

–Hasta el año pasado, faltaban 0 km y los precios de los usados se acercaban a los nuevos. ¿Qué está pasando ahora?

–En los últimos años, hubo un cambio de condiciones que afectó todo el mercado. Con la falta unidades 0 km que se registró hasta el año pasado, los concesionarios oficiales se volcaron al mercado del usado. Entonces, las agencias multimarca tuvimos que aggiornarnos; de la profesionalización ligada a cada marca de vehículos usados hubo que sumar estas condiciones del mercado. Esto profesionalizó e hizo más competitivo el comercio del usado. El aumento de los precios pulverizó el capital de trabajo, aumentó el pago de impuestos, al cliente se le hizo más difícil llegar al producto; y en las empresas, generó un estrés tremendo. El sector está en un punto de inflexión e incluso con aumento de las ventas: en abril, se hicieron en Córdoba 15.960 transferencias, 3,4% más que en igual mes del año pasado (15.433).

–¿Cómo es eso?

–Las empresas flexibles pueden acomodarse para tener una oferta atractiva. En usados, siempre hay demanda. A veces es más difícil vender y en otras, más fácil. El mercado de los 0 km puede un año tener un volumen de 800 mil unidades y al otro año bajar a 400 mil. Pero en el mercado del usado siempre hay un volumen de 1,4 millones a 1,5 millones de transacciones, donde Córdoba participa con 12%, con subas o bajas de 15%. La oferta está muy atomizada y la demanda siempre está.

–La empresa debe acomodarse.

–Claro. Ahora que el 0 km pasó de un mercado de demanda a uno de oferta, la consecuencia fue la baja de los valores. El precio en un usado se fija en función de la antigüedad (años del modelo) y la cantidad de kilómetros. Hasta el año pasado, los seminuevos (usados con pocos kilómetros) valían casi lo mismo que el precio de lista, aunque en realidad, ese 0 km no estaba. Si lograbas conseguirlo, el precio ya incluía los aumentos que ese vehículo iba a tener. Entonces, la diferencia de precios estaba, lo que cambió es el valor base del 0 km para calcular la depreciación. Como la base bajó, toda la cadena redujo los valores. Además, hubo otro cambio.

–¿Cuál?

–La baja de tasas de referencia. Hoy tenemos tasa fija de 45% a 50% anual; hace cuatro meses estábamos en 120% anual. Además, tenemos créditos UVA más 6,9% de interés anual, lo que ahora es un crédito sumamente atractivo. Entonces, la expectativa es que se recuperen la demanda y los ingresos.

–¿Cuál es el nivel histórico más alto para Córdoba?

–Unas 18 mil unidades. Hoy estamos a un 15% de este nivel.

–¿Cómo imaginás la empresa del futuro?

–Este año es un punto de inflexión muy lindo. Con mi hermano, nos hizo conscientes de todas las oportunidades que tenemos, fruto de 44 años de historia: el apellido como marca; el equipo de personas que hemos sabido construir; todas las cosas que a nivel marketing y comercial no hacemos. Hemos llegado a esto sólo con los valores recibidos, sin la magia del marketing. Además, la “planta” creció y la maceta no da más, vamos hacia una empresa con más stock y generadora de más trabajo, por eso estamos trabajando en la relocalización, para crecer no sólo en lo comercial, sino desde lo humano y lo social, con los colaboradores y los clientes. No nos mueve vender autos, nos mueve construir relaciones.

–¿Y como sector?

–Es inevitable continuar con la profesionalización, que se ocupen de generar más valor agregado. Hoy, las plataformas virtuales y market place sólo pueden exhibir. Con 25 años, la CCAC es una entidad bien respetada por las instituciones, es una cámara sana y sin problemas. El desafío está en que tanto el cliente como las empresas empiecen a percibir el valor de estar en la cámara. Estar vinculados abre oportunidades de compartir con los colegas aspectos como solucionar el problema de un auto, la necesidad de un cliente o cómo manejar los conflictos de la empresa. En la cámara, el empresario que uno tiene al frente no es sólo una competencia, sino una “coopetencia”, se puede aprender del otro qué podés hacer mejor. Solo con el ejercicio de asociación de la cámara y participar, empezás a entender que hay otra posibilidad de relacionarte con el mercado.

Entusiasta del golf y del desarrollo integral de la persona

Nombre. Federico Miretti (50)

Casado con. Andrea.

Hijas. Franca (14) y Matilda (12).

Le gusta. El golf y hacer iniciativas para el desarrollo integral de las personas.

Cargo. Socio director.

Socio. Juan Miretti (44)

Empresa. Miretti Autos (Andás Bien SAS).

Un dato. Es el presidente de la Cámara de Comercio Automotor de Córdoba (CCAC), una entidad con 160 socios que reúne a concesionarios multimarca (usados).

Teléfono. (0351) 481-9900.

E-mail. gerencia@mirettiautos.com.ar

Web. mirettiautos.com.ar

Cámara. www.ccacordoba.org.ar

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