A los pocos minutos del arranque de ‘Le Deuxième Acte (The Second Act)’ –la nueva comedia surrealista de Quentin Dupieux–, el personaje interpretado por Louis Garrel rompe la cuarta pared para reprender a su compañero de escena, Raphaël Quenard, por el comentario tránsfobo que acaba de hacer. “¡Cómo se te ocurre decir eso! ¡No ves que nos están filmando!”, exclama Garrel mientras apunta con el dedo a la cámara. Y luego, cuando a Quenard se le ocurre hacer un apunte despectivo sobre la “discapacidad” de una mujer, Garrel, entre indignado y resignado, vuelve a acometer contra su colega: “¿Pero quieres que nos cancelen?”. Así, abrazando un discurso metafílmico, en el que los actores van entrando y saliendo de sus personajes de ficción, Dupieux logra insuflar unas saludables bocanadas de irreverencia al malogrado género de la comedia.

Con ánimo subversivo, pero protegida por una muralla de autoconsciencia, ‘Le Deuxième Acte’ –que ha inaugurado el Festival de Cannes de 2024– no deja títere con cabeza en su recorrido por lo políticamente incorrecto. La película aparece colmada por gags que aluden a la homofobia, la cancelación, la discapacidad, el narcisismo de las estrellas de cine, la inoperancia creativa de la inteligencia artificial o los conocidos tics nerviosos del actor Vincent Lindon. Y el juego funciona, en gran medida, gracias a la entrega de una troupe de brillantes actores que no tienen miedo a reírse de sí mismos mientras transitan por los largos travellings dialogados de la película. Garrel se presenta inicialmente como un tipo “progre” y comedido, pero luego le vemos maniobrar pérfidamente para robarle un papel a Lindon en una producción de Hollywood. Por su parte, Lindon se jacta frente a sus compañeros de rodaje de haber sido escogido como protagonista de la nueva película de Paul Thomas Anderson. Y, por último, Seydoux se muestra tan caprichosa e insolente con sus colegas de reparto como complaciente con el director de la película.

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Distribuidora

No es la primera ocasión en que Dupieux, un abanderado del posmodernismo, transgrede de forma autorreflexiva los códigos de la ficción. Más allá de su habitual reducción al absurdo de los géneros cinematográficos, el productor, músico y cineasta francés emparentó la creación fílmica y la psicopatía en ‘La chaqueta de piel de ciervo’, y luego, en la genial ‘¡Daaaaaali!’, construyó un endiablado laberinto de ficciones para diseccionar el universo surrealista del Salvador Dalí. Ahora, con ‘Le Deuxième Acte’, Dupieux abraza el subgénero de la meta-comedia, que tuvo una época de esplendor en el Hollywood de la década de 1980, cuando humoristas como Woody Allen, Mel Brooks o el trío formado por Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker asaltaron la gran pantalla dispuestos a reírse de sí mismos y de los mecanismos de la ficción (luego, ya en el siglo XXI, llegarían nuevos hitos como ‘Adaptation. El ladrón de orquídeas’ o ‘This Is the End’).

Dupieux suele tener problemas para extender el efecto humorístico de sus endiabladas premisas argumentales. Las magníficas ‘Mandíbulas’ o ‘¡Daaaaaali!’ son las excepciones de una regla que suele convertir sus films en chicles cómicos que van perdiendo sabor a medida que se estiran. ‘Le Deuxième Acte’ está a punto de caer en ese escollo, pero Dupieux logra mantener viva la comicidad del film gracias a los destellos de genio narrativo –como la aparición de un extra al borde de un ataque de nervios– y, sobre todo, gracias a la determinación por no quedarse en la superficie del juego metalingüístico. En este sentido, el director de ‘Fumar provoca tos’ no se contenta con hacer transitar a sus actores a un lado y otro de la representación, sino que va construyendo varios niveles de ficción hasta erigir una estructura de cajas chinas, de múltiples ficciones dentro de ficciones. Es así como ‘Le Deuxième Acte’ acaba volatilizando por completo las propias nociones de realidad y ficción.

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Courtesy of Screen Gems//Sony Pictures
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Para amantes de la comedia más irreverente y cinéfila.

Lo mejor: la convicción con la que los actores se entregan al juego caricaturesco.

Lo peor: el tramo central de la película brilla menos que el arranque y la clausura.

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Manu Yáñez

Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.

Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros. 

En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.