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La inextinguible posibilidad de lo sublime

La inextinguible posibilidad de lo sublime

Escrito por: Antonio Valderrama14 mayo, 2024
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Joselu, el héroe de la semifinal contra el Bayern, asistió como un paisano más a la última final de la Copa de Europa disputada por el Madrid, la de París, hace dos años. Yo mismo ni siquiera recordaba que debutó en Primera con el Madrid el último partido de la primera temporada de Mourinho, en una goleada al Almería. Aquel día se despidió Adebayor y Joselu, que venía de hacer grandes registros en el Castilla, hasta metió un gol. Fue el momento más glorioso de toda su trayectoria.

Joselu, Adebayor, Cristiano y Arbeloa

Este verano pasado, con 33 para 34 años, su carrera como striker a la vieja usanza parecía más o menos acabada. El misterio que son la vida y el fútbol: nueve titular del Real Club Deportivo Español de Barcelona, su equipo bajó a Segunda en el mismo partido en que el Barcelona de Xavi festejó el alirón. Era el segundo descenso que encadenaba Joselu, un tanque gallego nacido por manos del destino en Stuttgart, Alemania. Los augurios no podían ser peores, pero entonces llegó la última vuelta de tuerca del affaire Mbappé y resultó que Joselu, casi dos metros de tío, buen cabeceador, delantero centro de corte clásico, atemporal, sueldo más que razonable y además salido de la cantera, era una opción interesante para el puesto libre que la salida de Benzema había dejado en el ataque del Madrid: un goleador de perfil bajo con experiencia en la Liga que diera descanso a las versátiles bestias brasileñas y que se fajara en los fangales españoles en esos partidos feos y desagradables de los miércoles de invierno por la noche que parecen soñados por un registrador de la propiedad.

Delantero de saldo al final de una carrera de jornalero itinerante, el outlet del fútbol profesional le ofrecía a Joselu la ocasión de su vida. Nueve meses después, él, como buen nacido, un hombre agradecido, ha devuelto el regalo dando a cambio un recuerdo imperecedero a millones de personas que al día siguiente se levantaron con otro ánimo distinto. ¿Cuánta gente afrontó el jueves por la mañana la batalla cotidiana de la vida, gris y sucia, ordinaria y anodina, con algo grande en el pecho, una especie de fuego en los ojos? Eso, amigos, no hay dinero que lo pague en este mundo.

Joselu, Militao y Kepa

¿Cuánta gente afrontó el jueves por la mañana la batalla cotidiana de la vida, gris y sucia, ordinaria y anodina, con algo grande en el pecho, una especie de fuego en los ojos? Eso, amigos, no hay dinero que lo pague en este mundo

Constituye gran parte de ese capital moral que cada uno de nosotros debe procurarse y atesorar a través del amor, el arte, la literatura o el cine, y sin el cual no es vivible la vida. Eso, al fin y al cabo, en esta prórroga de la Historia en la que estamos, de vuelta de tantas y tantas cosas, es ya el Madrid. La posibilidad remota, pero real, de que algo grande nos esté esperando en cualquier momento detrás aquella oscura esquina, igual a todas las demás esquinas, pero quién sabe si diferente. ¡La esperanza! En esta época de uniformidad, pesimismo y decepciones en serie, en este tiempo en que al individuo se lo disuelve en una papilla indigerible y se le priva de la ocasión siquiera de soñar con lo infinito, que haya aún un horizonte de libertad parece casi un milagro. El Madrid es el último lugar del mundo donde los viejos y buenos sueños pueden, todavía, incluso muy al final de todo, cumplirse. Joselu es la prueba.

Joselu

El Madrid es el último lugar del mundo donde los viejos y buenos sueños pueden, todavía, incluso muy al final de todo, cumplirse. Joselu es la prueba

Su primer gol, el del empate, que prende la mecha y mete fuego al estadio, es un golazo. Debería enseñarse a los niños como ejemplo de aquello que nos decían nuestros mayores cuando éramos pequeños: las cosas hay que hacerlas bien. También debería usarse como modelo en la asignatura Técnicas y métodos de aproximación a la portería contraria en el primer curso de la FP del Gol. Joselu lo hace de maravilla. Sin perder ripio de la jugada, que es el abecé del delantero, sigue el chut de Vinícius y acude al primer palo por si las moscas, como mandan los cánones.

Lo que Carletto decía de los defensas pesimistas, hablando de Nacho, es decir, aquellos que siempre cuentan con lo peor, se puede decir, a la inversa, de los delanteros. Joselu, así, es un delantero centro optimista, porque siempre cuenta con lo mejor. Lo mejor que podía pasar ahí era que Neuer, quizá el mejor portero de la última década y de seguro uno de los mejores porteros europeos de siempre, se comiera el bote del tiro lejano de Vini. La probabilidad era muy pequeña pero Joselu fue, como está mandado, a por ella, y se la encontró.

Primer gol de Joselu ante el Bayern

La ocasión premió su fe pero la pelota, el rechace, había que ganárselo. Ahí Joselu volvió a demostrar que todos los años de su carrera y todas las camisetas de todos los equipos que se había puesto a lo largo de ella lo han preparado para momentos como este. Para hacerse con el rebote le tuvo que ganar la posición al defensa del Bayern, que iba con su marca. El Bayern, en fin, no es el Stoke City: los centrales del Bayern, aunque sean coreanos, son, o se supone, patanegra, al ser el Bayern uno de los transatlánticos del fútbol mundial y uno de los clubes más ricos del planeta. Joselu sin embargo logró deshacerse de él con un movimiento académico, de bailarín.

Con el sitio ganado, no obstante, no le pegó al balón de cualquier manera, que habría sido lo sencillo y que para qué vamos a mencionarlo si lo sabemos de sobra es una de las circunstancias que finiquitan carreras deportivas en la élite si no se ejecuta correctamente. Joselu, en un pispás, acomoda el interior de su pie derecho y la pica abajo, como los buenos. Es una acción fulgurante que no da lugar al pensamiento, madre del error. Es una de esas acciones que se tienen que repetir una y otra vez en los entrenamientos, mecánicamente, hasta que salgan solas. A Joselu le salió sola. Es un gol trabajado y de excelencia profesional, patanegra. Un gol de artesano que conoce la tradición y ejecuta la manera mejor de hacer las cosas, probada por la experiencia.

Joselu, en un pispás, acomoda el interior de su pie derecho y la pica abajo, como los buenos. Es una acción fulgurante que no da lugar al pensamiento, madre del error. Es un gol trabajado y de excelencia profesional, patanegra

El segundo gol es más de lo mismo: Joselu está donde tiene que estar, como la Sevilla de los toreros, por eso recibe el pase de Rüdiger y la mete al vuelo, pescándola. Como el Madrid y el Bernabéu estaban en trance, ese centro lo podía haber dado Rüdiger, Lunin o Ancelotti. Habría dado lo mismo y a nadie le habría parecido extraño. El mérito de Joselu es conocer su sitio, algo que lleva desde cadete aprendiendo.

Segundo gol de Joselu frente al Bayern

Como el Madrid y el Bernabéu estaban en trance, ese centro del segundo lo podía haber dado Rüdiger, Lunin o Ancelotti. Habría dado lo mismo y a nadie le habría parecido extraño. El mérito de Joselu es conocer su sitio, algo que lleva desde cadete aprendiendo

En una España en la que el ascensor social se ha roto definitivamente y las oportunidades sólo llegan por enchufe, conveniencia o lamesablismo, él, un tipo destinado a la tercera y cuarta fila, consiguió la suya por ser un hombre con un oficio. El miércoles pasado marcó los dos goles con los que sueñan todos los niños madridistas desde el primer día del mundo. Su triunfo es el del futbolista sencillo. Dejó la lección de que atender y comprender el juego, estar dentro de él y buscarse las mañas de su trabajo valen más, en el momento de la verdad, las celebraciones de videojuego, los gestitos y los trucos de saltimbanqui que son el espejo donde se mira la chavalería ahora, por desgracia.

Cuando el Bayern eliminó por última vez al Madrid de la Copa de Europa, en mayo de 2012, Joselu era canterano. Aquella noche del lamento eterno por Mourinho, sin que lo imagináramos siquiera, se estaba fraguando otra final en la cabeza despejada y dura de un chico normal que sólo quiso aprender a hacer bien su trabajo.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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